Barrio Cordón. Montevideo. Noviembre, 2017.
Decía Cartier Bresson: “La fotografía es una forma de gritar lo que sientes”. Y sí. Ella es huella de la realidad, ésa que captan mis ojos. A través de la imagen, y con mi sensibilidad mediante, intento expresar la vida cotidiana, sus momentos, sus personajes, sus gestos y el instante preciso e inolvidable, grabado en la memoria, por siempre.
martes, 28 de noviembre de 2017
domingo, 26 de noviembre de 2017
Pichón de gorrión
“Cuando
comience a cantar
habrá mucho
silencio aún entre
su
música
será posible
comprenderla
pero después
muy lentamente
la música
crecerá
y en el
ardiente mediodía
en el
mediodía inmenso y furioso
el pájaro
y quien le seguía
habrán
desaparecido”.
Raúl
Gustavo Aguirre
[De El
silencio de los pájaros,
de Horacio Cavallo]
Bello
Horizonte, Canelones. 2015.
viernes, 24 de noviembre de 2017
miércoles, 22 de noviembre de 2017
lunes, 20 de noviembre de 2017
sábado, 18 de noviembre de 2017
La yapa de siete
El desafío llegó a su fin. Y en
la red social siguen transitando los chismes, los encuentros, las noticias, los
eventos, las novedades más bizarras y hasta las más interesantes, los amores
(el de parejas, el de madre a hijo y viceversa, el de los amigos reales), los
chismes, si fulanito está con menganita que es amiga de una amiga de la otra
amiga que a su vez es amiga de mí amigo y de otros amigos, del pedo que se tiró
sultanita en la rambla o en el parque, en la plaza o la playa; la luna, el sol,
la muerte, tantos nacimientos, la información, la política, las banderas, la
crónica roja, el sensacionalismo, el humor, el chismes (siempre el chisme), la
poesía, el cine, el teatro, la escritura, la literatura, la fotografía, lo público
y lo privado, la vida misma, el dedito para arriba, lo nuevo (lo visto y lo aún no visto) y millones de publicaciones
que le quitan tiempo a uno si las siguiera al pie de la letra y como la red
demanda. Y en el desafío quedaron decenas de imágenes afuera. Entonces, otra, una más, la última.
Día 8:
La yapa
El interior
viernes, 17 de noviembre de 2017
jueves, 16 de noviembre de 2017
miércoles, 15 de noviembre de 2017
martes, 14 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
domingo, 12 de noviembre de 2017
sábado, 11 de noviembre de 2017
Primero de siete
Uno de mis amigos de esa red
social por la que hoy transita todo –las alegrías, las tristezas, los chismes,
los encuentros, las noticias, los eventos, las novedades más bizarras y hasta
las más interesantes, los amores (el de parejas, el de madre a hijo y
viceversa, el de los amigos reales), el chisme, si fulanito está con
menganita que es amiga de una amiga de la otra amiga que a su vez es amiga de
mí amigo y de otros amigos (por ese medio somos como Roberto Carlos: todos tenemos un millón de amigos), del pedo que se tiró sultanita en la rambla o en el parque, en la plaza o la playa; la luna, el sol, la muerte, tantos nacimientos, la información, la
política, las banderas, la crónica roja, el sensacionalismo, el humor, el
chismes (siempre el chisme), la poesía, el cine, el teatro, la escritura, la literatura, la
fotografía, lo público y lo privado, la vida misma, y en la que todos estamos pendientes del dedito para arriba y lo nuevo ( lo visto y lo aún no visto) y millones de publicaciones que le quitan tiempo a uno si las siguiera al pie de la letra y como la red demanda– me invitó a un desafío
fotográfico. Las reglas: siete días, cada día un post de facebook de una foto
de blanco & negro de mi vida. Sin gente. Sin explicación. Después, cada
día, el desafío es desafiar (valga la redundancia) a alguien más, a que se una al juego.
Día 1:
La Pesca
La Pesca
viernes, 10 de noviembre de 2017
miércoles, 8 de noviembre de 2017
domingo, 5 de noviembre de 2017
viernes, 3 de noviembre de 2017
miércoles, 1 de noviembre de 2017
La niña que nombró Viglietti
“Borra infancia
aprendiendo en bellas artes a
crecer,
con pechos de rosales sin
espinas,
agua marina,
Anaclara…”
Daniel Viglietti
Anaclara.
Hacía años que ellos estaban juntos. Mi amiga Naty y Rodolfo fueron de esos que se hicieron noviecitos en la escuela y después
siguieron y siguieron. Se hicieron grandes, pelotudos en verdad, y el amor
fluyó, cada día, como una nueva conquista. El noviazgo transcurrió entre idas y
venidas por las distancias. Ella se fue a estudiar a la capital y compartió
apartamento y (experiencias) con más amigas, él vivió un poco con sus padres y
otro poco con amigos, hasta que el tiempo hizo que se reencontraran. Entonces
compartieron techo, llaves que abrieron las mismas puertas, cama, mesas con almuerzos
y cenas, y hasta cepillos de dientes. El amor tomó la forma cotidiana y el
proyecto de una cosa y otra y otra. Y de los sueños. Pero la vida les jugó una
mala pasada y los separó de nuevo, sólo por distancia. Él se hizo ingeniero,
trabajó acá y allá, cruzó puentes, ríos, campos. Ella lo siguió, sólo a
veces, porque terminó su carrera y consiguió trabajo en la otra punta del mapa
de donde estaba él. Ahí es que el amor tomó potencia. Se extrañaron como nunca
y viajaron miles de kilómetros para verse una hora, dos, un día. Y así, medio a
la distancia y en los ratos cortos pero intensos, transformaron ese sueño en familia. Entonces llegó esa nena, que
ya camina hace rato, y mi amiga le dio nombre por esa canción que escuchó hasta
el cansancio por su incondicionalidad a Daniel Viglietti. Y le dio otra forma a ese amor que
nació cuando Naty y Rodo eran gurisitos y, a esa altura, se sabían de memoria, a pesar de la distancia, las idas y venidas. Anaclara.
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