domingo, 27 de agosto de 2017

Entre silencios

Encendí la lámpara que alumbra apenas. Elegí un vaso largo y dos cubitos. Sólo dos. Abrí la ventana. Me acordé de esos cigarros que tienen un sabor distinto y guardo hace meses en uno de mis cajones porque alguien me los regaló por no tirarlos, y yo fumo cuando necesito aliviar la pena. Entonces me quedé ahí, en la ventana, con medio cuerpo afuera y medio adentro, sintiendo el frío de la pared, pitando, tragando el sabor amargo del whisky –necesitaba sentir que ése trago me quemara por dentro y que el humo del cigarro saliera por mi nariz como liberándome de tanta mierda que a veces no me deja respirar–. Me quedé ahí, con la luna de testigo, sintiendo el aire caliente y húmedo de la noche.  Con su silencio. 
Mi silencio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario