Decía Cartier Bresson: “La fotografía es una forma de gritar lo que sientes”. Y sí. Ella es huella de la realidad, ésa que captan mis ojos. A través de la imagen, y con mi sensibilidad mediante, intento expresar la vida cotidiana, sus momentos, sus personajes, sus gestos y el instante preciso e inolvidable, grabado en la memoria, por siempre.
domingo, 30 de noviembre de 2014
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Ni una más
En el Día Internacional de la
no violencia hacia las mujeres, Mujeres de Negro realizó su quinta marcha,
desde la plaza Independencia hacia la explanada de la Intendencia de Montevideo.
Según el último informe presentado por el Ministerio del Interior, 24 mujeres fueron asesinadas en casos de violencia doméstica en lo que va de 2014.
La INDDH, si bien, reconoce los esfuerzos realizados por el Estado en la implementación y evaluación de políticas públicas, destaca que "el país está endeuda con la elaboración de un nuevo plan de lucha contra la violencia
doméstica". *
lunes, 24 de noviembre de 2014
La Margarita
Voló alto. Como tocando el
cielo. Entre su inmensa sonrisa divisé la tormenta. Era cuestión de segundos.
Para atrás y para adelante, se zarandeaba en hamacas negras. Jamás había visto
de esas. Al certificar su forma en semicírculo, entendí lo alto de su vuelo. Su
risa, de felicidad íntegra, se perdía en el aire. Se la llevaba el viento. Al
igual que al brincar en un pie, rodeada de tantos verdes, margaritas, agapantus
y eucaliptos.
Se enamoró del pequeñísimo
bichito prendido del tronco. Un San Antonio que apuró el pasó cuando se percató
de sus manitos. Sin gotas aún asomándose, abrió el paraguas y jugó, fascinada
por lo gigante del objeto o de su propia pequeñez. Después, se agachó en busca
de algo que no alcancé a reconocer. Prendió la vuelta y en otro salto se me
acercó: “Esto es para ti, tía”, me dijo calzándome la margarita en la oreja, y
su alma pura. sábado, 22 de noviembre de 2014
Garra porteña
La Orquesta Típica Fernández Fierro, la revolución del tango.
Anoche, por primera vez en Uruguay, con la cantante Julieta Laso (y su impresionante puesta en escena), presentó en La Trastienda En vivo. Y la rompió.
Anoche, por primera vez en Uruguay, con la cantante Julieta Laso (y su impresionante puesta en escena), presentó en La Trastienda En vivo. Y la rompió.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Luna
"No sabe esta luna
cómo todo es triste.
Cómo es bello el mundo
y la misma muerte acaso,
acaso, es volver sin irse.
Sola arriba, sola.
Tan perfecta y blanca.
¡Tan alta!
¡Tan lejos de todo!
Nada arriba, nada.
Ella sola y nada".
Líber Falco
martes, 18 de noviembre de 2014
Sucedió
Allí. Entre whiskys y cañas estuvieron. Sus vidas
transitaban, lentamente, por nuevos mundos: Piazzollas, Onettis, Mufas, lugares
por recorrer, espectáculos por ver, mates y tererés por chupar, carreteras
nacionales, metros bonaerenses, mares cristalinos, tintos, manjares propios,
ramblas por caminar, Cabreras en vivo, estaciones, algunas sacudidas,
fotografías para ver, vientos, poemas por recitar, lluvias, atardeceres… Y
allí, contra la ventana, frente a frente, ella supo con tan sólo un par de
palabras, desprendidas de aquella voz firme, que ése era su destino. Con una
sola certeza: la de estar juntos, para siempre.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Copa tricolor
A mi viejo
Diego Arismendi la metió en el arco. Y el 1 a 0 (a Cerro) llevó a
Nacional a la copa del Torneo Apertura. El Parque Central fue todo fiesta.
sábado, 15 de noviembre de 2014
Mc día (in) feliz
"Este mundo, que ofrece el banquete a todos y
cierra la puerta en las narices de tantos es,
al mismo tiempo, igualador y desigual:
igualador en las ideas y en las costumbres
que impone, y desigual en las
oportunidades que brinda".
Eduardo Galeano
("Patas arriba. La escuela del mundo al revés")
Aquella pobre mujer, ni
siquiera fue vista por tantos ojos que entraban y salían por la misma puerta
(algunos con la hamburguesa adentro de la bolsita), mientras fui testigo. Ni
mucho menos su mano alcanzó a sostener una moneda.
Personajes públicos que durante
el año comen en restaurantes lujos, ayer, elegían comida fast foot (¿para hacer
buena letra?) promoviendo el marketing de la multinacional (como ésta si
necesitara de ello). Otros, lo hacían en fast cars. Por la ventanita, el
trámite es más rápido.
Varios minutos después, una
jerarca ordenó entregar una bolsa con comida a la mendiga, seguramente, para
cuidar la imagen de la empresa. Aunque las cámaras de televisión estaban allí
registrando el adentro, podrían percatarse de aquella escena. Al menos, la
mujer pudo engañar su estómago con esa comida chatarra (no me vengan a decir
que es saludable), y pudo ser feliz por un ratito. Pero, ¿qué tan solidarios
somos los uruguayos? ¿En algunos casos, acaso, no nos preocupamos por la imagen
que damos y hacemos cosas por el qué dirán?
viernes, 14 de noviembre de 2014
Acustica
"Nada resulta
superior al destino del canto.
Mi voz canta lo que la tierra me dicta,
el
cantor no elabora, solamente traduce...".
Atahualpa Yupanqui
Así comenzó, ayer, su recital Erika Büsch en la sala Hugo Balzo del SODRE. Frente
a un público emocionado, presentó su nuevo álbum: "Acústica",
compuesto por un conjunto de canciones latinoamericanas de diferentes autores
que forman parte de nuestro acervo cultural.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Así lo quiso el destino
Me cautiva una sensación por
salir sin rumbo. Dos vueltas en la cerradura y veo el 148. Es ése. Cómo sería
aterrizar en “Aviación por Lezica”. La guarda me mira a los ojos con un “buenas
tardes” suave y amable y me agradece ni bien el ómnibus pega la vuelta en el
barrio más histórico. Buen comienzo. Busco un asiento contra la ventanilla.
Quedan sólo los de atrás, encima de las ruedas que te llevan a los saltos como
el zamba del Parque Rodó, pero con una buena visión. En la parada siguiente una
veterana sube con dificultad. Busca una ventana, sin registrar que la
trabajadora la saluda cordialmente. No tiene más opción que sentarse en el
fondo, de lado del chofer. Nadie se sienta con nadie. Son puras mejillas
pegadas al vidrio, ojos clavados en el afuera, pensamientos de ambulantes y
oídos con auriculares que simulan estar en otro mundo para no escuchar los
chusmeríos de los pelotudos que se prenden a exhibir sus rupturas amorosas en
la radio, celebradas y convertidas en el show de la tarde por Orlando
Petinatti. Por eso me enchufo también. Dejo que Astor me deleite con su
bandoneón mientras el aire fresco me alivia el olor insoportable del viejo con
nariz de borracho que va tambaleándose entre sus sueños y los fierros y cayendo
sobre mi hombro. Me muevo para zafar de ese cuerpo pesado, mientras un pibe
prendido del barrote me mira con consuelo. Qué momento, pero pobre tipo. Al
menos tiene cara de bueno, no como ese concheto cuarentón de lentes fashion que
se cambió de asiento ni bien quedó una ventanilla libre. Me sorprende: Aún
conserva la boletera de tamborcito.
Suspiro. El borracho reacciona
y se baja. Pero el ómnibus se va llenando y me espera una tortura. Un
adolescente ocupa su lugar con una cumbia que le aturden los tímpanos. Quiero
que desaparezca, pero apenas terminó de acomodarse en los fierros que siguen
sonando como si fueran a destartalarse y me conducen a la otra punta de la
ciudad, donde no hay mar y todo es distinto, supongo, y rezo para que no sea
también su destino.
Unos bajan, otros suben. Dos
mujeres hablan a los gritos. La teñida de caoba sin dientes delanteros, nos
cuenta que a las cuatro tiene que llegar a algún sitio y no sabe cómo va a
hacer. Son la vergüenza del ómnibus delatan las miradas cómplices entre algunos
pasajeros y otras que buscan la vista exterior evitando esas voces chillonas
que sobresalen en más de un auricular.
El celular del joven suena,
increíblemente, con un tono sutil. “Me dejó tirado”, le dice a la voz del otro
lado. “Me fui al seguro, se me cayó un somier en el pie y toy yendo pa’ casa”.
Y en eso veo un morenito de no más de 8 años que coloca estampitas sobre las
piernas de los pasajeros sin mediar palabra alguna con mirada pudorosa y
sumamente triste, en el instante en que casual o milagrosamente Piazzola me
toca la Milonga del ángel. Con desinterés por la imagen de algunos de los
santos que lleva impresos busco monedas en mi bolso, pero desapareció en un
santiamén para suerte del músico que con su guitarra nos canta Amándote de
Jaime Roos. ¿Amará ganarse la vida así? En ese recorrido son varios los que
buscan ganarse la vida sobre ruedas. Un tipo nos quiere vender un producto
“útil y necesario para el hogar” que elimina toda mancha como la exagerada que
se hizo en su camisa blanca para demostrarnos que no es puro verso. La
desdentada y su amiga murmuran a risas y le compran el quita manchas que a la
mayoría parece no convencernos.
Nos entremezclamos en el mismo
bondi, al decir de los chetos como esa veterana tan maquillada que da asco sólo
con verla por esa máscara de base que simula las arrugas y deja al descubierto
un cuello pálido; o el canoso sesentón de pelo engominado, gafas oscuras,
sobretodo largo y mocasines brillosos, que me echa un vistazo al descender
porque lo intimido. Ellos y la señora de uñas largas al rojo vivo que le
combinan con el pañuelo de seda y que ya descendió, no tienen ni puta idea de
lo que es vivir en el mundo de la desdentada ni del sacrificio que hacen para
ganarse unos pocos pesos la joven de campera y gorra azul de Esso, o la
veterana que lleva un pesado bolso de Seccom y pide una cama a gritos, o el
obrero que carga la máquina de cortar el pasto. Ni muchos menos imaginan la
vida de ese pobre niño, seguramente sin cédula, obligado a mendigar para
llevarles el pan y la leche a su madre y sus cuatro o cinco hermanos más chicos
que él. Ni del pibe que va a mi izquierda que sigue con su cumbia y la tararea
loco de contento por regresar a su casa sin mucho dolor, al parecer, por el
somier que le aplastó el pie. “Cuando para aquí, cuando para allá, canta
palmeándose la pierna.
Cruzando el mugriento arroyo
Miguelete un joven de ojos azules despampanantes que descolocan a la desdentada
y su amiga nos pide los boletos. Miméticamente todos revisamos bolsillos y
carteras y ellas cuchichean sin sacarle la vista de encima, mientras los de a
pie van apretados e incómodos, y otros tantos con rostros exhaustos o medio
amargos como el mío por tener que fumarme esa cumbia que ahora dice que “se
muere de celo y envidia”, y el boquitoqui del divino inspector del que salen
voces de algún sitio. Suspiro, nuevamente, con alivio: Llegamos a Colón, por
fin el plancha se baja.
Lezica no es el barrio que
imaginé, al estilo Casabó. En amplios jardines lucen grandes chalets de
ladrillo a la vista que bien podrían ser de aquel canoso engominado o la
coqueta con kilos de maquillaje. En la avenida que lleva su nombre la elegante
Iglesia María Auxiliadora espera a sus fieles, y más adelante, grandes galpones
son o fueron fábricas en algún tiempo.
“Destino” nos avisa la guarda a
mí y otra mujer que parece tan perdida como yo. Y ahí estoy, como en el medio
de la nada, con el viento golpeándome la cara y zumbándome el oído entre una
plaza sin nombre y un campo vallado donde descansan cinco avionetas. Un rubio
solitario me dice que “están buenos los aviones”, cuando se percata de mi
presencia. Eduardo es del barrio y va todos los días a verlos. Su padre era
aviador. “Se hace chiquito el avión, allá va”, lo sigue con el dedo hasta
perderlo en el horizonte. Me cuenta que andar una hora duele 1600 pesos.
Imposible para su bolsillo. Me despido y camino hacia el pueblo que aún no
despertó de la siesta y está lleno de perros y paradojas: En la plaza con
hamacas y juegos para niños, un cartel advierte Espacio para adultos, una
pancarta anuncia un candidato a diputado de un tal Vázquez con Pedro Bordaberry
y las garitas de ómnibus se disputan grafitis entre el Bolso y el Manja que
alcanzo a ver al subir a otro 148 que me dejará en la misma parada. Me vuelvo
con la sensación de haber estado en un interior profundo que nada se parece al
bullicio capitalino y con Eduardo que me susurra, pero no el soñador de
avionetas, sino el Darno que me canta que “aquellos aires me sedujeron”.
Lezica. Agosto, 2014. |
miércoles, 12 de noviembre de 2014
La espera
martes, 11 de noviembre de 2014
Ésa azotea
domingo, 9 de noviembre de 2014
Grande Chino!
Los 90 minutos ya estaban
jugados. Peñarol ganaba 1 a 0. En tan sólo los últimos cuatro minutos de
descuento, Nacional dio vuelta el partido: 2 a 1. El primero de Iván Alonso, el
segundo de Álvaro Chino Recoba. La Colombes y la Olímpica explotaron. Inolvidable para los tricolores (y los aurinegros
también).
sábado, 8 de noviembre de 2014
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