Allí. Entre whiskys y cañas estuvieron. Sus vidas
transitaban, lentamente, por nuevos mundos: Piazzollas, Onettis, Mufas, lugares
por recorrer, espectáculos por ver, mates y tererés por chupar, carreteras
nacionales, metros bonaerenses, mares cristalinos, tintos, manjares propios,
ramblas por caminar, Cabreras en vivo, estaciones, algunas sacudidas,
fotografías para ver, vientos, poemas por recitar, lluvias, atardeceres… Y
allí, contra la ventana, frente a frente, ella supo con tan sólo un par de
palabras, desprendidas de aquella voz firme, que ése era su destino. Con una
sola certeza: la de estar juntos, para siempre.
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