domingo, 2 de noviembre de 2014

¡Viva la patria!

Entró. Así, de una, como sin anestesia, como siempre suele hacerlo. Cazó la guitarra y sin mediar palabra alguna empezó:

 Cuerpos en calor, desprendiéndose de la tierra
cuerpos sin control, o hay algo en vos que los controla
Cuerpos convertidos en algo inflamable
cuerpos convertidos en algo mas que etéreo


(…)


El escenario lucía varios colores por los efectos de las luces. Y entre patrias, vivezas, fines y bardos recorrió su discografía con tonos y ritmos nuevos pero con ese estilo tan particular, único que lo caracteriza y que a sus fanáticos nos seduce tanto. 




Como sucede siempre luego de la (supuesta) última canción, la sala estalló en (casi) infinitos aplausos. Y volvió con sus músicos y nos dejó dos más. La última, ahora sí, El tiempo está después. Y sí, después de esa, no cabía pedirle otra. Aquellas filas infinitas saliendo de central”, de la Zitarrosa, para conseguir esa entrada gratis al rayo del sol como con "gritos de ternura pidiendo para entrar” valían más que la  pena. Qué mejor homenaje para los 15 años de la Zitarrosa que Cabrera.
Los miles de rostros con sonrisas de oreja a oreja evidenciaban el festejo de anoche. Hasta dos hippies saltaban locas de contentas en el cordón de la vereda como si fuese un sueño, un increíble sueño, cantándolo “un día nos encontraremos en otro carnaval /Tendremos suerte si aprendemos /que no hay ningún rincón / que no hay ningún atracadero / que pueda disolver /en su escondite lo que fuimos / el tiempo está después”.




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