viernes, 8 de marzo de 2019

Por los 365 días, de todos los años, en que somos dueñas de derechos y libertades


En 1963 Betty Friedan revolucionó la cabeza de cientos o miles de mujeres que aceptaban, sumisas y obedientes, la sociedad que se imponía hasta (y por ese) entonces. Esa en que la mujer sólo se sentía realizada en su rol de esposa, madre y ama de casa. Con La mística de la feminidad, Friedan despertó sensaciones femeninas que se rebelaron contra todo ello y comprendieron que el fracaso y los miedos y la angustia y la culpa y las desventajas no provenían de sus propias ineptitudes sino de la misma socialización. Y que también tenían derechos. Derecho a ser libre, a trabajar, a  estar en igualdad con los hombres, a votar, a pensar,  a ser comprendida, a sentir, a decir, a gritar, a hacer de su cuerpo lo que le dé la gana, a ser fuerte, reconocida y  valorada, no sólo como esposas, madres y amas de casa, sino y sobre todo, como personas, como mujeres, como profesionales. Entonces “se distorsionaron esos valores reales que las mujeres están ahora asumiendo, con un renovado poder y entusiasmo, tanto en el ámbito privado del hogar como en la sociedad en general. Y con ello están cambiando las dimensiones política y personal del matrimonio, la familia y la sociedad que comparten con los varones”. Y  dijo Friedan: “¿Quién sabe lo que las mujeres podrán llegar a ser cuando, finalmente, sean libres de ellas mismas?”. Y entonces el espíritu femenino ya es otro. Y en esa revolución estamos. 






Marcha por el Día Internacional de la Mujer. 
Lugo, Galicia. España. Marzo, 2019.

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