jueves, 14 de junio de 2018

La fiebre celeste


Al David lo vistieron de celeste. Y por eso ha sido el David más fotografiado. Hace meses, cada dos cuadras, tres o cuatro por la avenida principal y otras tantas de la ciudad, varios puestos ofrecen sobrecitos a un precio único (veinticinco) con figuritas para llenar el álbum del Mundial. Por la calle ya son varios lo que llevan en la espalda el pabellón nacional y en su cabeza algún sombrero celeste con esa onda carnavalesca. Hasta algún caniche viste también de celeste. En algunos locales comerciales, adornados con globos y banderas en las vidrieras –cuando no aparecen Suárez o Cavani con una sonrisa que no es celeste pero blanca como Kolynos– suena Jaime Roos con "vamo arriba la celeste", y en las gondolas muchas marcas ofrecen alfajores de Uruguay, ricarditos celestes, o monedas de chocolate con cada uno de los once del equipo. En la calle muchos autos y uber y taxis llevan la banderita en el techo. La pared central del shopping que es terminal tiene escrito con letras grandes y celestes y entre signos de exclamación “Uruguay Nomá”. Muchos niños van por las calles con la bandera en la mano cuando no les cuelga de la mochila; jóvenes y no tan jóvenes y jovatos cambian sus clásicas bufandas a rayas por la celeste de Uruguay cuando ellas, algunas mujeres, lucen  sus uñas largas de celeste e incluso, algún flaco, agrega palabras a su vocabulario que no suele usar para hablar en términos del Maestro cuando se trata de analizar procesos. Los restaurantes y boliches se aprontan para buenos desayunos con individuales celestes y más globos y guirnaldas. Los canales compiten por trasmitir lo mejor de la previa con los comentaristas deportivos que de a ratos creen saber más que el Maestro que lleva años en esto. Los vendedores ambulantes ofrecen llaveros con el nombre del paisito y de Tabárez y el capitán Godín y de Muslerita, como le dicen las viejas, o del nueve que muerde, porque Forlán y Lugano ya son de otra era. En el aire se respira otra cosa: La esperanza de llegar, al menos, a cuartos de final como en Sudáfrica, la fe en el Maestro y la ilusión en Rusia 2018 que recién comienza. Y todo es una fiesta.


Explanada de la Intendencia. Montevideo. Junio, 2018. 

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