Nos calzamos los lentes para
zafarle al sol, el celular por si a alguien se le ocurre llamar (pensar que no
hace muchos años salíamos dejando una cartita o una esquela sobre la mesa y hasta
que no volviéramos nos manteníamos incomunicados), y cazamos el carrito con dos
ruedas –una salvación para la espalda de las veteranas– o la chismosa. La de mango
fuerte a rayas azul o rojo. Caminamos hacia la feria, generalmente la del
barrio. Todos los barrios tienen una. Los martes y viernes la de Ciudad Vieja
en la calle Reconquista, los sábados en Palermo en la calle Salto y la de Villa
Biarritz en Punta Carretas, los domingos las del Parque Rodó y Tristán Narvaja,
y así cada una es un mundo. Cada feria tiene sus particularidades. Algunas se
destacan más por las cacharpas y los cachivaches que se extienden en cuadras y
cuadras. Casi interminablemente. Otras por tanta ropa que seduce, especialmente,
a las damas.
Nos calentamos y puteamos porque los precios se disparan aunque
los feriantes –laburantes desde antes que asoma el sol– nos quieren convencer
con la calidad de ése tomate para ensalada, la naranja jugosa o la manzana
dulce. Buscamos el bollón de café más barato que en cualquier supermercado, el
jabón de 3 kilos para el lavarropas y de paso nos surtimos con algún producto
para el baño, la ducha o renovamos la casa con alguna plantita o el artefacto-adorno
inútil pero coqueto que los puesteros de cambalache quieren sacarse de encima
para rescatar la moneda para el almuerzo.
Aprovechamos a comer sano con
algún filete de merluza o por qué una corvina al horno. Ojeamos lo que sabemos
que no nos interesa. Es que la feria es también el paseo del fin de semana
donde miles
de miradas se cruzan y, seguro, nos encontramos con el vecino de otro barrio que ahora se mudó, como
nosotros, y el amigo que no vemos hace meses, siglos, entonces, sale un abrazo
(y los recuerdos de aquellos años) en el medio de la calle que esquiva a la
pareja que pasa con el nene en el cochecito o a al veterano que lucha con el bastón.
Y después de unas horas, salimos surtidos para la semana. Hasta el viernes o sábado
siguiente o el otro, o el otro, porque ahora los bolsillos piden cautela, aunque
el paseo por la feria nunca falta.
Feria de la calle Reconquista,
Ciudad Vieja. Noviembre, 2015.
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Feria de la calle Salto,
Palermo. Setiembre, 2015.
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Feria de la calle Salto,
Palermo. Setiembre, 2015.
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Feria de la calle Salto,
Palermo. Setiembre, 2015.
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Feria de la calle Salto,
Palermo. Setiembre, 2015.
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