jueves, 20 de octubre de 2016

Mirando hacia el mar.

Peatonal Sarandí, Cuidad Vieja, hoy. 2016.

La peatonal Sarandí  es como un mundo aparte. Por allí circulan cientos, miles de personas. Oficinistas entrajetados y rubias y morochas esbeltas de taco y trajecito que trabajan en el barrio histórico, inmigrantes –en su mayoría dominicanos y peruanos– que intentan sobrevivir vendiendo artesanías y productos tejidos, muchas veces, por ellos mismos, los hippies que ofrecen sus caravanas y collares con piedras preciosas, los pichis que buscan lo que no tienen, los vecinos que viven en alrededor de esas cuadras, los pobres que trabajan por dos pesos en locales comerciales. Y todo se entremezcla en apenas esas cuadras que enamoran a los viajeros que vienen de otras tierras.

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