La única forma en que esos
pibes muevan una mano es si les pica una nalga o alguna parte del cuerpo.
Incluso para rascarse la nariz se les complica por esa máscara –al estilo
anonymous– que les tapa el rostro cuando se manifiestan en una de las esquinas
del centro. Son tres pibes y tres pibas que no se les mueve ni un pelo. Ni
dicen una palabra. Los curiosos miran, se acercan y al aire (o entre ellos)
preguntan qué carajo hacen, quiénes son. Esas máscaras, esos rostros. Entre los
seis forman un círculo que prefieren llamar El Cubo de la Verdad. Un cubo que,
en realidad, lo integran más de seis pibes que se conocieron a través de las
redes y en el boca a boca, y se hicieron amigos por ese interés común: Ser
veganos. Entonces coordinan y se juntan, una vez en una plaza, otra en una
esquina o donde pinte, y van por la ciudad defendiendo los derechos de quienes
no tienen voz ni voto: los animales. Gustavo cuenta que, aunque fue crudo, tuvo
la suerte de visitar varios mataderos, porque después de ver eso, asegura, no
comés más carne en tu vida. Cualquier persona que vea cómo matan a los “pobres”
bichos, no come más carne en su vida, repite convencidísimo.
En un folleto que entrega se
lee que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación, los humanos matan cerca de cincuenta y tres millones de
animales para comida, por año, sin tener en cuenta los peces y otros animales
marinos. Nada justifica tanta matanza, escribieron en ese papel blanco que
tiene varios lados. Y Gustavo no se cansa de decirlo. “Nada justifica esa
matanza. Nada”. Por eso intenta convencer, a todo el que se acerca, que ser
vegano es más sano y que hay tanto sufrimiento y muerte en un vaso de leche, en
un cucurucho de helado o en un huevo, como el que hay en cualquier filet de
carne, mientras en la laptop que sostiene una de las pibas del cubo, se van
sucediendo imágenes que muestran cómo matan a una vaca, a un chancho, a un
ternero. Cualquiera que vea como matan a esos animales en un matadero deja de
comer carne, se empecina en repetir Gustavo en el instante que un perro ladra,
uno de los pibes del cubo sostiene un cartel con “VERDAD” bien grande, los
semáforos cambian del verde al amarillo y del amarillo al rojo, los coches van
y vienen al igual que los bondi, cientos de transeúntes salen del trabajo (o
entran), van a la casa o a algún encuentro, decenas de ciudadanos buscan
ofertas en la 40ª. Feria Internacional del Libro, la pantalla de IMPO cambia
las imágenes y, alguien, en alguna parte, mastica y saborea un bife de carne
roja.
Cubo
de la Verdad. Grupo de veganos se manifiesta por los
derechos de los animales, en una esquina del centro. Montevideo. Octubre, 2017.
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