Uno va
caminado por la calle, concentrado, pensando en el día, en lo que hay que
hacer, programando el mañana –aunque lo mejor es vivir el aquí y el ahora– o
sencillamente con la mente en la nada, disfrutando el tímido sol que pega a
veces, cuando el invierno se siente, y de pronto algo (y/o), alguien, lo intercepta,
lo cuestiona, lo sorprende, y se da cuenta que la ciudad toma otras formas,
otros colores, otras miradas. Las de esas manos que no se ven y que pintaron
muros y la de esos ojos que observan fijamente preguntando o diciendo quién
sabe qué.
Calle Gaboto, centro. Montevideo. 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario