Tener un atardecer de estos en el
invierno perverso de Galicia, en que de siete días a la semana, cinco llueve,
está gris y todo se inmersa en una neblina espesa que apenas deja divisar sólo
lo que hay a dos metros, es como una gracia del Universo. Y es que hasta el
aire que uno respira es otro. Ese aire. Estos aires.
Lugo, Galicia. España. Enero,
2019.
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