Antes de pisar
terreno disfrazado de indio (porque es en Milán en realidad) y oler a India,
una mujer de sonrisa ancha, te marca para el resto del día. Primero la
reverencia con el cuerpo que es la bienvenida, después el sello entre ceja y
ceja: El punto rojo. El Tercer Ojo. Ese símbolo que místicamente llaman
agñá-chakra y para los hindúes es el sexto chakra, el lugar de la sabiduría.
Festival del Oriente en el barrio Garibaldi, Milán. Italia. Febrero, 2019.
En ese galpón
inmenso, el Festival dell’ Oriente te lleva a sentir que por esas horas, las
que llevas ahí adentro, que estás en el continente asiático sumergido en esa
cultura exótica y tan distante (y diferente) del modernísimo centro comercial,
de cristales azules que reflejan media urbe del Milano Garibaldi y está
solamente a unos pasos, y nada tiene que ver con la India: Su cultura, sus vestimentas,
sus expresiones, las formas de moverse y andar, sus comidas, sus costumbres,
sus bailes y sus danzas, su religión y su espíritu, que aunque quiera, no zafa de
las exigencias de la era global en que todo, absolutamente todo (hasta el
espíritu de los chamanes) queda a la orden del mercado y el comercio. Y ni Buda
se salva.
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