Miles
de docentes y estudiantes marcharon por la Av. 18 de Julio desde la
Facultad de Derecho hasta la Torre Ejecutiva por mejoras salariales y
en defensa del derecho a la huelga, tras el decreto de esencialidad
de la educación manifestada por el gobierno.
Decía Cartier Bresson: “La fotografía es una forma de gritar lo que sientes”. Y sí. Ella es huella de la realidad, ésa que captan mis ojos. A través de la imagen, y con mi sensibilidad mediante, intento expresar la vida cotidiana, sus momentos, sus personajes, sus gestos y el instante preciso e inolvidable, grabado en la memoria, por siempre.
jueves, 27 de agosto de 2015
miércoles, 26 de agosto de 2015
“Lo esencial es invisible al gobierno”
Las palmas sonaron durante casi
una hora. De las gargantas salían:“¡No queremos discursos en la televisión, queremos
presupuestos para la educación!” Así, miles de maestros de diferentes
departamentos, se manifestaron hoy alrededor del Palacio Legislativo en contra
de la esencialidad en la educación, decretada ayer por el presidente Tabaré
Vázquez. Medida “desastrosa” para varios senadores y diputados, aun del Frente
Amplio.
martes, 25 de agosto de 2015
Orientales
“¡Libertad, libertad, Orientales!
Plaza Independencia. Octubre, 2014.
Este grito a la Patria salvó…”
Y entre batallas, leyes y convenciones
y más batallas, fuimos independientes.
Plaza Independencia. Octubre, 2014.
sábado, 22 de agosto de 2015
Cuando los ángeles lloran
La muy hija de puta siempre nos
sorprende. Cómo decirle que no, que ahora no, que aún no estamos prontos. Cómo
explicarle que ese ser es de nuestra sangre, nos pertenece. O no, pero es bien
cercano y lo queremos y lo necesitamos. Cómo hacerle entender que si bien lo
sabemos, que ella en algún momento llega, no estamos preparados. En realidad,
no se está preparado para perder a un ser querido, un amor, un amigo, un
familiar, un compañero. Que en realidad eso no se nos enseña. En la vida muchas
cosas se nos enseña. La vida misma nos enseña. Pero aceptarla a ella no. Nunca,
jamás. Nadie quiere hacerlo. Es que vivir con ella, es lo más doloroso para el
ser humano. Por más que digan que ese cuerpo está enfermo, cansado, desgastado,
maltratado de tanto fármaco y droga, y viejo y ya cumplió su ciclo. Y, a pesar,
de que sabemos que ese cuerpo, muchas veces la merece porque más vale que se acuerde
del él antes que siga sufriendo. Pero
no. Igual, como sea, ella es la enemiga. Ella es una perra. Una maldita perra.
Todos los días se lleva un
cuerpo. Hoy se fue Emilio (y seguro otros tantos en algún otro lugar del
planeta), el papá de Jorge. Jorge, un primo, un amigo, un maestro –por sus años
de docencia y por sus sabias explicaciones de la vida–. Un padre que no fue. Que yo sí adopté. Parece… Parece un
hombre “sabio”, me murmuró Clara con timidez cuando lo conoció. Tenía 12 años. Era la definición perfecta. Ésa que yo no sabía precisar. Sabe cada detalle
de lo que sea y lo explica con delicadeza, detenimiento, atención. Y él sabía
que, tarde o temprano, la muerte vendría por Emilio. Y fue, quizás, justa. Un poco
justa. O quizás del todo justa. Emilio tenía 91 años. Y las nanas en su cuerpo lo
estaban atacando sin que supiera lo que era sufrir. Es el único consuelo de su
hijo y quienes los conocimos. Navegó. Navegó por la vida cuánto quiso y pudo. Conocía el mar como la palma de su mano. Y muchas veces le hizo frente. Los barcos eran su debilidad.
Lo cierto es que el corazón
manda. Ordena hasta cuando bombear el cuerpo.
Hasta que a la muerte se le antoje y se lleve el cuerpo a la tumba (por
eso odiamos, la gran mayoría, los cementerios; nos recuerda que allí está el
cuerpo) y el alma vaya a saber a dónde. Seguramente a algún lugar del cielo. Al
menos el de esa alma buena. Así es la vida. Sencillamente así. Quienes quedamos,
cuando un cuerpo se nos va, debemos acostumbrarnos a convivir con la muerte. Con
esa ausencia, con ese dolor que el tiempo se encarga, lentamente, muy
lentamente, de suavizar. Después de todo, como decía Mario [Benedetti], la
muerte es un síntoma de que hubo vida.
Cementerio de La Teja. Setiembre, 2011.
martes, 18 de agosto de 2015
Esa perla que brilla en la oscuridad
sábado, 15 de agosto de 2015
La visita
El
ómnibus nos dejó en la ruta. Todos son con números pero éste tenía una G y el
viaje terminaba en Ciudad Vieja, el barrio más viejo de Montevideo y donde
está el mar, me contó mamá. Nosotros nos bajamos en Colón. Es lindo Colón. Tiene
comercios y una plaza grande con juegos. Una de las veces que fuimos a visitar
a Ali, mi hermana, me hamaque tanto ahí que me dolió el cuello de mirar el
cielo. Ella tiene 22 años. Vive con mujeres de su edad y más grandes en un
edificio muy muy grande que se llama cárcel. Para llegar caminamos como un
kilometro. Por suerte no llovía ni hacía frío. Parecía verano. El cielo estaba
limpito, sin nubes y el sol me hacia cerrar los ojos sin mirarlo.
Eran
como las once. Había más niños. Algunos llegaban en taxi con sus mamás o sus
abuelas porque parecían más viejas. Yo anduve una sola vez en taxi. Muchos se
sentaban en el piso y jugaban con piedritas. Otros como yo esperaban en la cola
para entrar. Era muy larga. Llegaba hasta la calle. Mientras, miraba las
ventanas con esos fierros gruesos y negros y con globos de todos colores y
guirnaldas como en un cumpleaños. Las presas miraban para afuera y saludaban
con la mano. Así le llaman a las que viven en la cárcel. Entonces trataba de
ver a mi hermana. No la vi pero escuchaba cómo gritaban. Creo que de contentas
porque éramos muchos niños ese domingo. Nunca vamos los domingos. Sólo los viernes
y sábados. Ése fuimos porque era nuestro día, el del Niño. Yo ya estoy un poco
grande, tengo diez años, igual mamá me hace regalos cuando puede, cuando la
plata le alcanza. A veces no tiene.
A la entrada los hombres y mujeres de azul que se
llaman todos policías, nos hicieron pasar por un aparato. A algunas personas cuando
pasaban les sonaba el cinturón o el reloj, pero a nosotros no porque no tenemos
nada de eso. A mamá le sacaron la bolsa de galletitas, la abrieron y las pasaron
a otra bolsa transparente. Por suerte se la devolvieron porque era lo único que
le llevábamos a mi hermana. Yo tuve miedo que se la quedaran. A la cárcel no se
entra a sí no más como perico por su casa como dice mi tía. Yo ya estoy
acostumbrado pero una nena me contó que era la primera vez que iba. Estaba como
asustada. Lo que pasa que ese lugar no es muy lindo y hay olores muy fuertes
allí.
Después unos chicos de celeste que trabajan ahí y
son más buenos, nos regalaron golosinas. A los niños les pintaban las caras y a
los adultos también. Le decían feliz día porque todos tienen un niño adentro, decían.
Y que no perdieran el espíritu. No sé qué significa eso pero no pregunté ni me
pinté porque estaba loco por ver a Ali y todavía faltaba subir los escalones
que son muchos porque entre un piso y otro hay más de una escalera.
Y
por fin la vi. Me dio terrible abrazo. Le tuve que avisar que me dolía el cuerpo
de tanto que me apretaba. Ella estaba feliz de vernos a mí y mis hermanitos. Y
yo también. A veces no podemos visitarla porque mamá no tiene para el boleto y caminado
es muy lejos. Demoraríamos días en llegar. Ali vive en el tercer piso de la
cárcel porque se portó mal. Yo sé porque soy grande pero a mis hermanitos no
les puedo contar que ella robó. Igual es re buena. Ese día tenía unas líneas brillosas
arriba de los ojos y las pestañas más largas y bien negras. Me dijo que se
pintó para esperarnos. Estaba preciosa.
En
las mesas del salón las presas tomaban mate con sus familias y sus novios. Conversaban
de la mano y abrazados. Ali se sentó a upa de mamá y le daban a la lengua
mientras yo jugué con otros niños. Corríamos a las palomas que entraban al
salón. Después vinieron unos amigos de ella de una ONG o algo así y de la
iglesia. Ocho mujeres y tres hombres. La rubia flaca y alta, me pintó la cara
como un gato con un círculo rojo en la punta de la nariz y bigotes. Ahora sí
quería pintarme la cara. A otros nenes, uno de los señores les dibujaban un
corazón en un cachete y una flor en otro. También trajeron a caperucita roja y
el lobo. El cuento lo sé de memoria, pero este lobo era diferente. Usaba
vaqueros rotos con cadenas y en una mochila tenía una pelota y una careta de
papel igual a la cara de Luis Suárez porque decía que mordía como él y por eso
le tenían miedo. Yo no le tuve miedo, más bien me reí mucho. Luis es mi ídolo. El
lobo además tenía facebook y celular y con Caperucita sacaban a bailar a todos
los niños con la música que ponía una morochita. Eran re divertidos. Hasta nos
sacamos fotos con ellos. Caperucita pensó que el lobo la iba a lastimar, pero
era más bueno ese lobo. Y dijo que no había que culpar a las personas, que
teníamos que ser amigos. Por eso yo me hice amigo de Facundo que es más chico
que yo. Tiene 8 años y va a la cárcel a ver a su mamá. La mía por suerte vive
conmigo, en casa.
Gracias
a caperucita y el lobo nos divertimos pila. Se llaman María Jesús y Milagros,
me contó la rubia que me pintó. Después fueron a otros pisos donde había más
niños. Y ahí vinieron varios señores con tambores grandes. Todos bailaron. Todos,
las presas y las visitas. Y se hizo el mediodía y cada vez llegaba más gente.
Después
que comimos pizza y torta y tomamos coca cola y el sol ya no estaba tan fuerte,
nos fuimos. Mi hermana lloraba, pero mamá le dijo que íbamos a ir de nuevo. Ojala
mamá tenga plata para volver. Cuando salimos no nos revisaron, pero otra vez
tuvimos que caminar ese kilómetro para llegar a la ruta y tomar el ómnibus. Esta
vez sí vi a mi hermana saludándonos de la ventana hasta que se hizo chiquita. Y
tomamos de nuevo el G que ahora decía La Paz y me acordé de las palomas que
estaban en la cárcel porque la maestra nos enseñó que simbolizan la paz y la
libertad. Y en el ómnibus pensé que el regalo más lindo que tuve hoy fue ver a
mi hermana que le quedan tres meses para quedar en libertad.
Centro
de Rehabilitación Femenino, Cárcel de Mujeres. Colón, Montevideo. Agosto, 2014.
jueves, 13 de agosto de 2015
Hoy como ayer
“La lluvia cae sobre Montevideo hoy como ayer
y no habrá nada especial…
Las palabras en la misma situación un lugar
y su gente en la misma dirección.
La lluvia cae sobre Montevideo hoy como ayer
solo será un día más.
Plaza de los Bomberos, Montevideo. Agosto, 2015.
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Las horas que van
pasando hoy como ayer
terminan conmigo y con los demás.
Otro día en la misma pudrición un reflejo de la gente
en la misma condición.
La lluvia cae sobre Montevideo hoy como ayer
solo será un día más…”
terminan conmigo y con los demás.
Otro día en la misma pudrición un reflejo de la gente
en la misma condición.
La lluvia cae sobre Montevideo hoy como ayer
solo será un día más…”
Los Traidores
martes, 11 de agosto de 2015
Notas negras
“Es rara la forma en que los montevideanos
nos relacionamos con los artistas callejeros en un país lleno de artistas:
pasamos delante de ellos como evitándolos o ignorándolos, como si les
tuviésemos asco o miedo. No sé, quizás creemos que somos demasiado de salón o
que la poesía y la calle, es decir la vida, son ámbitos radicalmente distintos”.
Apegé
De
Ángeles sobre Berlín. Ciudad Ocre.
la diaria. 22 de
mayo, 2014. Página 7.
domingo, 9 de agosto de 2015
En la amarga espera
La noticia del fin de semana:
Amodio Pérez. Vino a presentar su libro Palabra
de Amodio, terminó declarado en tres juzgados por causas diferentes.
Varios periodistas llegaron a
primera tarde a los Juzgados de Bartolomé Mitre y Juan Carlos Gómez en la
Ciudad Vieja por la foto del día. Se hizo la noche y aún estaban a la espera. Al
parecer el ex tupamaro quedó en libertad pero sin fronteras.
En la esquina del Juzgado de
Juan Carlos Gómez. Ciudad Vieja, Montevideo. Agosto, 2015.
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sábado, 8 de agosto de 2015
Martín pescador
Para muchos hombres la pesca es un simple hobby.
Para otros tantos, es la vida. Su vida.
Para otros tantos, es la vida. Su vida.
Maldonado, Piriápolis. Junio, 2014.
lunes, 3 de agosto de 2015
Al maestro con cariño
“No
seremos maestros al servicio del privilegio,
seremos
maestros al servicio del pueblo”.
Julio
Castro
Hebe Castro, docente de
Historia, necesitaba apoyo con la diaria y ardua tarea de educar. Alguien que
la ayudara. Recurrió a su padre, Julio. Julio Castro. Niño de escuela rural. Luego,
hombre de campo y maestro. Un educador con mayúscula. De esos que dejan huellas.
Profundas huellas. De sus puños nació, entonces, el documento de 30 páginas
“Julio Castro y la enseñanza de la historia: los desafíos de una propuesta
vigente”. Lo que fue, en principio, la escritura de un padre a su hija. Después,
de un docente a otro. A varios, miles. Hasta el 2014 fue inédito. Ese año Hebe decidió
donar un manuscrito original a la Biblioteca Nacional.
Hoy,
a 38 años de la ejecución de Julio, y a casi 4 años (21 de octubre de 2011) de
la aparición de sus restos en una
fosa del Batallón 14 de Toledo (Canelones), el Movimiento de Educadores por la
Paz y la Comisión de Educación de la Cooperativa Magisterial, rindieron
homenaje al también periodista. Un periodista comprometido con los
hechos y la sociedad de su tiempo. Junto a Carlos Quijano, fundó Marcha, el emblemático semanario que
marcó a tantas generaciones posteriores. Pero sus pensamientos no siempre
fueron simpáticos, expresó Miguel Soler, otro gigante de la educación, y
protagonista del encuentro. Uno de sus entrañables a amigos.
Sin
imaginar el lamentable protagonismo que tiene la violencia en la sociedad
actual, en las instituciones educativas, Julio planteaba, antes de la
dictadura, las “verdades amargas”, las injusticias de una sociedad patriarcal y
violenta, relató Miguel, a cuento de las denuncias de Cecilia, una estudiante de
Magisterio que mostró indignación y angustia por cómo se lleva a cabo la
formación, entre otras cosas, por “la humillación con la que algunas maestras tratan
a sus alumnos”. “Qué hago acá”, se preguntó muchas veces Cecilia. Y en ese
amigable y próspero diálogo entre ella, sus compañeros de magisterio y Soler,
el maestro les recomendó luchar por trasmitir una educación con compromiso, con
libertad, con la participación de “los de arriba y los de abajo”, y luchar por
el 6% del PBI para la educación, y mucho más, porque en realidad “no da para nada”. Aunque para los
educadores, “no hay presupuesto que alcance”. “Cuanto más recurso tenga la educación mejor
se formará a la ciudadanía”, subrayó Soler.
Mencionar
la desaparición de Julio durante años, las atrocidades de la dictadura, los
tantos cuerpos que quedan por encontrar y la injusticia que brilla por la
ausencia, fue inevitable. ¿Por qué cree que Julio Castro fue
asesinado?, le cuestionó a Miguel un señor. Uno de los cientos que completaban la
sala y apreciaba las palabras de ese hombre delgado, canoso, de muchos años, y voz sabia. “No sé contestar con cien por ciento
de convicción” esa pregunta, señaló Soler. Pero “creo que para la dictadura,
Julio estorbaba”. Es que Julio era un hombre que se dedicaba a ayudar a las
personas que necesitaban huir del momento que se
vivía por esos años. “Julio era muy sensible a eso”. Trabajó incansablemente
por salvar vidas uruguayas amenazadas por la dictadura. Por eso “estorbaba”,
reiteró Soler. "Julio era un hombre que jamás se lo vio con un arma ni en un
incidente violento. Julio era un hombre de paz, era un hombre bueno. Buenísimo".
Miguel Soler. |
sábado, 1 de agosto de 2015
Río de los pájaros pintados
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