Faltaba poco para que las urnas
se abrieran. Las encuestas pronunciaban una segunda vuelta del Frente Amplio.
La rambla, apestaba de gente a pesar de la amenazante lluvia que, finalmente (y
curiosamente) se largó con rabia cuando Pepe empezó el discurso. Pero nadie se
inmutó. Los gritos y cánticos se mezclaron con los aplausos. Las caravanas
duraron horas. Todo fue una fiesta.
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