Aromas. Bronceadores, mar y
arena. Las angostas calles de José Ignacio atestadas de autos con matriculas argentinas,
paraguayas, brasileras y otras que no reconocí. Caminando hacia la playa principal del balneario, impactaba
una cola de gente. Mujeres con amplias capelinas y lujosos colgantes en las muñecas
y el cuello, cincuentones con sombreros, bermudas y camisas hippies, niñas
rubiecitas de pelo largo y bellas como las de las películas hollywoodenses (las que veía de niña). 17.oo.
Todos esperaban una mesa vacía para almorzar en La Huella, el parador donde una
hora más tarde de lo previsto, se hizo el evento en el que el ministro de Vivienda,
Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y los intendentes de Maldonado y
Rocha y otras autoridades dieron a conocer públicamente que la
Laguna Garzón se incorporó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Chocolate
por la noticia. Un mes antes la novedad ocupaba páginas de diarios y portales y
minutos de televisión. Es que había que cumplir deseos de alto mando de estar ahí, olfateando los inicios de
verano y despidiendo el año, al parecer.
Parecía chiste. Enseguida
saltaron las bromas. Imaginate: Sos porteño, te la pasas el año deseando que
llegue el verano para escapar de la locura bonaerense y rajarte al paraíso made in Uruguay, pagas fortunas (para
vos no tanto) por comer en un parador-restaurant rústico pero glamouroso y de golpe porrazo te fumas
un discurso atrás del otro de tipos semi entrajetados al lado de tu mesa donde
tenés los pies para arriba y la copa de cristal en la mano, y justo en el
momento que te estás cargando a la minita que venías vichando hace un rato caen
los periodistas y camarógrafos unos atrás del otro, que no son tantos pero lo
suficiente para llenar el diminuto espacio reservado para el evento. Lo bueno,
es que en una de esas sonreís para la cámara estirando la mano y levantando el
vino que te costó unos buenos mangos y en
un flash de segundos te agarra la contentura porque saliste en la tele de
Punta, hasta que escuchas que alguien dice que “debemos buscar las soluciones, los caminos que permitan que las resultantes
del trabajo de esos conflictos nos deje avanzar como sociedad”.
Pero de qué conflicto hablas, mirá el solazo y
las colales que hay en este pedacito
de sociedad que tampoco es la de acá. Y seguís en la tuya, al igual que los
gringos que ni se tocaron, mientras las pobres mozas van y viene entre las
tablas (a veces tropiezan) mostrando los dientes falsamente porque no dan más y
piden a gritos una cama. Pero aún les quedan muchas, muchas horas de llevar y
traer bandejas, platos, pedidos y algún cubierto que en el camino, con tanta
cosa en la cabeza se olvidaron, pensando quizás en la envidia que le tienen a los
que están en la playa, frente a ellas, y se pegan un buen baño entre las olas
que trae la brisa suave, ésa que me salvó a mí y a otros tantos del calor
insoportable.
Pero flaco, la sacaste (y la
sacamos) barata. Fue cortita y al pie (demoramos más en ir y venir de la capital que lo que estuvimos allí), con discursos cortitos y concisos entre
lo chin-chin de las copas que, seguro, brindaban por estar, sin duda, en ese
bellísimo paisaje (que pocos uruguayos podemos disfrutar porque no está hecho
para nosotros) a poco metros de las áreas, ahora, protegidas y que seguramente
pronto, despierten el entusiasmo de ustedes, los muchos turistas extranjeros y
de vecinos países, cuando el puente quede terminado y se percaten que pasar de Maldonado
a Rocha y viceversa, va a ser más periquete que ahora. Ahí algunos de nosotros
nos daremos una vueltita en auto para ver la nueva urbanización y tal vez
darnos el gusto de sentarnos en los futuros bancos que tendrá el puente, mate y
termo bajo el brazo, para disfrutar, al
menos, de esa vista que, por cierto, deja unos mangos al paisito.
Y a pleno sol, quienes terminaban calamares, buenos vinos y champagne daban paso a otros que venían de la playa –un verdadero hormiguero vista de lejos– todos bronceados y aprontándose para la gran movida de la noche, mientras nosotros pegábamos la vuelta con tentaciones veraniegas insatisfechas. Y sí, así es el verano. Y esto recién comienza.
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