lunes, 26 de octubre de 2015

Más allá del tiempo

Ese rostro. Aquel otro. Miradas que se detienen y viajan en el tiempo. Y vuelven a ese instante en que los ojos, cómplices de tantos recuerdos, se cruzan nuevamente. Cuesta. No es fácil.  Pasaron 40 años. Las voces gritan. La algarabía es tremenda. Las lágrimas corren por cientos de mejillas. Las risas inflan los cachetes. Los abrazos se funden. Son largos, fuertes, intensos. Caricias que llegan. Besos que van y vienen, manos que se palpan, se aprietan. Se descubren. Un reencuentro tan esperado como soñado. La sorpresa es mayor cuando Laura, Adriana, Ana Luisa, La Chela, Belela, Lilián, Elizabeth, La Cachorra, Graciela, Teresita, Alba, Susana, Lila y otras cientas, conocen a las personitas que en aquel entonces aguardaban en la panza de alguna compañera –la de la presa que compartía la misma celda, la del al lado, la de más allá o la de la que salió antes– y cuando se percatan que aquel niño o aquella niña, de túnica y moña, son ahora unos señores. Hombres y mujeres con la misma ideología y la idéntica convicción de que aquel combate no fue en vano. Las nuevas generaciones que luchan en este gobierno y lucharán en el próximo y todos los que vengan, para que se haga justicia y la verdad venza a todos los hipócritas hijos de puta que se empecinan en ocultar los hechos, esconder las acciones pachequistas y dejar atrás aquel pasado oscuro. Como si no fuera necesario reconstruir el futuro. Como si tampoco lo fuera aportar a la Historia.  Cómo hacerlo sin la memoria. Esas memorias.

Y entre tanto algunas comentan la inexistencia de una lista oficial con los nombres de las ex presas políticas que estuvieron allí, en la ex cárcel militar de reclusión femenina N°1, y la nula referencia a la misma. Como si las miles de torturas y violaciones que los militares ejercieron se borraran del planeta. Otras se agrupan y entonan aquellos cánticos que desafiaban a los milicos detrás de las rejas: “…Cantando lejos me consolaré, cantando me iré, silbando me iré y andando lejos me consolaré…”. Sí. Es imposible que la piel no se ponga de gallina. La de ellas, la de familiares, la de las autoridades presentes, la de cualquiera. Ojos que brillan, lágrimas que no paran de correr por las mejillas.

Así fue que las emociones inundaron la avenida Blvar. Artigas a la altura de Atanasio Sierra, en la mañana casi gris del sábado, y el frente de la seccional 3ª. de Paso de los Toros, construida como cárcel para alojar a presos “comunes”. El mismísimo lugar que trajo cuánto recuerdo de aquel año de prisión, en algún caso. En otros poco más de uno, dos, tres, cinco. Hasta catorce. Desde 1972 a 1985, 157 mujeres fueron “sometidas a tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, resistiendo a las imposiciones de la dictadura” cívico militar que golpeó duro nuestro país. Así lo plasma el texto de la placa de bronce escrito por las propias presas. Y el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) nada tuvo para objetar al respecto. Más bien se enorgulleció, valoró el diputado del Frente Amplio e integrante de la comisión de Derechos Humanos de Tacuarembó, Gustavo Guerrero.

La cárcel de Paso de los Toros se convierte así en el primer lugar de reclusión (donde se ejerció la tortura física y psicológica) que el Estado reconoce, dando cumplimiento a la ley 18.596 de Reparación Integral de victimas. Mucho queda por hacer, admitió el diputado. Por ejemplo, reproducir esta experiencia de reconocimiento en otros lugares del departamento, símbolos de resistencia, donde también se torturó a “mansalva” como el Regimiento N°5 de Tacuarembó, donde paradójicamente hoy funciona el Departamento de Cultura de la Intendencia, mencionó. Las ironías de la vida. Las solicitudes al MEC están. Pero este es un “sueño cumplido” para estas mujeres que saben de luchas incansables, y claman “No más terrorismo de estado” en la última frase de la placa, en cada acto y en cada oportunidad que se les presenta. ¡No más terrorismo de estado! Esas mujeres que supieron de rebeldía, de humillaciones, de resistencia. De tener una identidad falsa: un simple número sin nombre ni apellido. Sólo un número. Esas mujeres “fuertes, frágiles, hermanas de dolor y ternura, todo en un solo cuerpo”. Combatientes que “vieron morir compañeras, porque sí, porque [los milicos] las dejaban morir”. Así lo expresó Lilián Díaz tan fuerte como pudo, en nombre de todas sus compañeras, antes de mostrar la placa colocada en la pared a la derecha de la entrada de la seccional, cubierta por la bandera uruguaya y después de entonar las estrofas del Himno Nacional. Un merecido homenaje a ellas y a las ex presas políticas que ya no están (recordadas siempre), que culminó con la visita a la cárcel. Un intenso viaje a través del tiempo.

Ex presas políticas se encuentran en Paso de los Toros, antes del acto protocolar. 

Comienzo del acto protocolar: Himno Nacional. 

Luego de descubrir la placa de reconocimiento en la cárcel donde las ex presas políticas fueron torturadas.

En el patio de la cárcel esperando para entrar a visitar el edificio. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario