La temperatura desciende. Las
hojas de los árboles cambian su tonalidad y su color. Pero no es cuestión de un
día para el otro. Desde el veinte de marzo hasta mediados de mayo, cambia el
aire, cambia la brisa, cambia el viento, cambian las hojas, cambian los
árboles, las plazas, la calle, la ciudad. El calor ya no es tan sofocante y el
frío aún no cala hondo. Se respira otra cosa. Estamos ahí, en el medio, como entre un
gris que por momentos tiende a aclararse hasta llegar al blanco y por otros a
oscurecerse hasta alcanzar al negro. Como jueves, en mitad de la semana. Y es
que otoño, dicen, proviene del latín “autumnus”, y “autu” implica la idea del
cambio. Entonces uno respira esos aires que, por momentos, hasta hacen todo más
poético. Y ahí me quedaría por siempre.
Montevideo. Marzo, 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario