“Necesito
renovar mi interior
dibujarse
es vivir, el presente es un proyecto anterior
se
agotó por aquí, necesito desarmar el taller
aprenderse
es vivir, raspar el empapelado de ayer
no
dejarse dormir
Necesito
repintar la razón, pelechar es vivir
Necesito
refrescar el renglón, remojarse es vivir
darme
fe tener determinación detenerse es morir…”
Fernando
Cabrera
Y un día empezás de nuevo. Comenzás
a ver todo diferente como si cambiaras aquellos lentes oscuros por unos más claros.
Sentís que revivís, que algo late distinto. Y arrancas con todo aquello que viviste y que hacen tu historia como la
mejor enseñanza de tantas experiencias que, también, te hicieron. Entonces enprendes un nuevo camino, con otro aprendizaje, que no será color de rosas porque es
parte, sabiendo que mucho de todo aquello no tiene sentido repetir porque aceptaste
y comprendiste que no estuvo bien, que hizo, y te hizo daño. Y respiras, una
vez, dos, tres en ese viaje (con más trenes) que es otro y, sin duda, te hará distinta. Que
te hará –entre el espejo y el silencio y los pájaros y el viento y la lluvia y la
soledad– confiar en cosas que antes no creías, y hasta reís de otra manera (con
el estómago mismo) en un nuevo equilibrio que te hace meterte la rabia y el enojo
que cargaste, desde que saliste del vientre de tu madre, empezaste a respirar y
aprendiste a caminar, en el bolsillo. Es que ya no te sirve, lo sabes. Algo
late distinto. Con una luz, que como el lente de la cámara y la luna, siempre
son testigo. Y re-naces.
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