A Lolo le gusta experimentar. Se
mete en el taller y le baja la persiana al mundo. Pasa horas entre la cerámica,
los hornos, el torno, el fuego, el barro y todo lo que utiliza para el proceso
en que el material va tomando forma. Por
eso no se promociona tanto para vender. Dice que en eso es malo. Aunque en
estos días, tiene tantos pedidos y encargos que no le queda el tiempo que
quisiera para su investigación, las pruebas y los tiempos de cocción para que
los colores queden a su gusto, moldear a mano, cocer las piezas. Después de
experimentar en el mundo de la escultura en madera, piedra, cemento y cerámica,
se graduó en Artes aplicadas (talla madera y cerámicas).
Para observar las miles de piezas
que tiene en su casa, uno debe trasladarse por un espacio angostísimo con sumo cuidado.
Es que rozar una pieza, llevársela puesta o pecharla no es nada fácil por más
que uno lo evite. Está llena de vasijas
y platos y jarros que hace años viene moldeando de formas distintas y, que completan
su taller en el que apenas entra una aguja. Es un ceramista de O Corgo, uno de
esos “rincones” rurales del noroeste de Lugo en el que habitan unas cuatro mil personas.
Un artista, un artesano, un alfarero, aunque no sabe cómo definirse, pero
tampoco le preocupa. A Manuel “Lolo” Fernández le apasiona experimentar, hacer
piezas y creaciones únicas, insiste. Y en eso anda.
Taller del ceramista Manuel "Lolo" Fernández en O Corgo, Lugo.
Galicia, España. Diciembre, 2018.
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