sábado, 27 de enero de 2018

Espejito, espejito

En los aprontes para el desfile de Escuelas de Samba, ayer, en la plaza Independencia. Montevideo, 2018. 

viernes, 26 de enero de 2018

jueves, 25 de enero de 2018

Los cabecitas

Previa al Desfile inaugural de Carnaval, hoy, en la plaza Independencia. 
Montevideo. 

miércoles, 24 de enero de 2018

Frente a todo lo gris de la tarde

“…Sola bajo el agua que cae y que cae,
sola frente a todo lo gris de la tarde
pensando que añoro o deseo algo,
quizás una lágrima color de la tarde.

Sola bajo el agua,
frente al duelo sin luz de la tarde,
Sola sobre el mundo, sola bajo el aire…”


Idea Vilariño


martes, 23 de enero de 2018

La previa al carnaval

Ensayo de la comparsa LCV (Lubolos Ciudad Vieja), en la calle Piedras. 
Ciudad Vieja. Montevideo. Enero, 2018.

viernes, 19 de enero de 2018

La serenidad más serena

Uno está ahí, en calma. Espera. Que algo cinche la caña, que el pez se endulce con la carnada, que pique el anzuelo. Y en esa espera algunos desesperan, pero otros, la gran mayoría, se sumergen en una especie de espiritualidad donde la paciencia lo es todo, y la soledad resulta generosa. Y en esas las gaviotas cantan, el mar agita, a veces, o el río acompaña. Y la brisa, el aire, el sol en la finísima línea del horizonte.   Todo se conjuga en la serenidad más serena.

 Río Uruguay. Fray Bentos, Río Negro. 2014. 

martes, 16 de enero de 2018

El amor

Hace días que no lo ves al guacho. Quince, veinte, sacás la cuenta. No. Treinta, calculás cuando te acordás que la última vez fue cuando tu amiga te mandó aquel mensaje para que fueras a la casa, y es que el tiempo pasa y uno no se da cuenta. 
Te llega otro mensaje. “Estamos abajo”, leés. Cuando diste los primeros pasos ya en la vereda, después que cerraste la puerta, sentís la bocina que viene desde la esquina izquierda. Tu amiga te ve por el espejo, pero él no porque atado en esa silla apenas puede moverse y darse vuelta. Te acercás y apenas lo ves por los vidrios negros que no te dejan. Pero sabes que él empezó a moverse y a gritar algo que no entendés porque de afuera, con los autos y los bondis que van y vienen no escuchás nada, nadita. Entonces das la vuelta, vos sí das la vuelta, abrís la puerta que tu amiga habilita y lo ves, cuando de una nomás, te zampa con la voz clarita, bien clarita, un “¡te quiero titi!”, palmeando las manos y esa sonrisa más grande que su cara y los dientes que hace rato le salieron, y encima, enseguida, te empieza a cantar que los cumplas feliz, aunque ya pasaron veintisiete días de tu cumpleaños, pero él sigue acordándose de que cumpliste tantos años, que no tiene idea cuánto, pero después de eso no podés evitar sentirte como un helado que se derrite fuera de la heladera en pleno verano, y que se te llena el alma. Entonces pensás que nada, absolutamente nada importa y que todo está bien, todo. Y que el amor es de lo más hermoso que tiene la vida. Y en eso, él es tu cómplice.

Rambla, Montevideo. Enero, 2018.

jueves, 4 de enero de 2018

La despedida

Es mediodía. Caminas por las calles viejas porque estás en el barrio más viejo, pendiente de ese balde de agua fría que muchos tiran desde los balcones para despedir el año y celebrar el que comienza. Entonces cruzas de una vereda a la otra, zigzagueando, aunque te pusiste chancletas y esa remerita que usas para limpiar, porque sabes que, vayas por donde vayas, más de una gota o un chorro seguro te cae. Cruzas de vereda de nuevo y hasta cambias de camino por ese nenito que está con la manguera y no perdona ni a los perros. Y en esas te colgas hablando con tu amiga de eso que todavía no sabías ni te esperabas y quedas helada porque no podés creer que eso haya sucedido. Entonces caes en la cuenta del tiempo porque jurabas que no hacía tanto que se veían.  El asunto te da vuelta en la cabeza mientras van caminando rumbo a la movida, ya por la peatonal que estaría más transitada si no fuera domingo, en ese instante que te olvidaste de que era el último día del año y de los baldes y el agua y la movida y las nubes grises y la lluvia que amenaza y el calor, y plaf, un baldazo, de agua bien fría, te agarra de sorpresa, a esa altura, más que el asunto que te dejó de cara, pero ahora te sale una carcajada porque tu amiga pone el grito en el cielo con la puteada que le sale de las entrañas. Cómo puede ser si veníamos pendientes, y vos no paras de reírte porque ahí sí te acordás que es treinta y uno, y de la movida –aunque no hay tanta gente– y la rubia bien fría que se van a tomar y qué carajo importa ahora el asunto, pensás también cuando la electrónica te taladra la cabeza y ves la Bartolomé Mitre rodeada de barras que los dueños de los boliches armaron en la calle, y en las mesas pibas, pibes, jóvenes, veteranos y no tan veteranos, uruguayos y extranjeros (la pinta los deschava) toman una tras otra cuando tu amiga baila sola en el medio de la peatonal y dice que no, que no puede ser, que todo el mundo tiene que bailar, entonces atraviesa una de las barras para decirle al flaco que está enchufadísimo con los auriculares que ésa música no papito y mira lo que son estás caripelas. El flaco la mira con cara de pocker y vos jurás que tu amiga es capaz de levantar los más de veinte culos de las sillas y hacerlos bailar. Y ella levanta los brazos y aplaude cuando dos montevideanas con una energía tremenda agitan de la misma forma, y vamo’ arriba, vamooos grita tu amiga cuando el flaco ahora mueve la cabeza diciendo que sí, que sí, y levanta el pulgar porque ahora son cuatro, diez, doce, quince, veinte, veinticincos, treinta, y perdiste la cuenta porque en cuestión de media hora la Bartolomé se llenó de gente, aunque no cómo otros años, insiste tu amiga que no se pierde una, y sigue zarandeando la cabeza y todos levantan los brazos, decenas de pibas se hacen selfies y muchos pibes sin remera se prenden de los picos de sidra y cerveza cuando el olor a porro abraza a todos y a todo en ese día en que uno descarga un año entero y celebra porque el que viene sea una fiesta como esa misma que arde del calor de tantos cuerpos y plaf, ahora bendecís hasta el la sidra que te cae porque quedan apenas siete horas de este año. Otro.




martes, 2 de enero de 2018