La primavera daba sus primeros pasos. José mataba el tiempo. Siempre,
todos los días, a la misma hora, en la
plaza sin árbol, sin flores. Se hipnotizaba frente a los niños que correteaban
palomas. Él también les daba de comer. Las palomas eran las únicas que
lo acompañaban. Detrás de sus ojos claros, sus arrugas, su voz grave, había
miles de historias. Historias que no grabé. Es que en ese entonces emprendía mi
viaje en el mundo de la imagen. Era mi único interés. Tenía que registrar la
calle, la gente, la ciudad. Lo que me asaltara o sorprendiera en un instante.
Ayer, lo recordé leyendo una noticia. Al parecer, son muchos los ancianos que sufren vulneración
en sus derechos. Parece chiste, pero no lo es. El Instituto Nacional
del Adulto Mayor del Mides presentó,
el pasado lunes –en el marco del Día
Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez– el Servicio de Atención a la Violencia
Intrafamiliar, en el que detectó que de 1.007
residencias de atención a personas mayores que hay en todo el país, en 140 se
vulneran sus derechos. Mientras tanto, en la 45ª Asamblea General de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), varios países, entre ellos Uruguay, firmaron la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos de
las Personas Mayores que, entre otros, protege el derecho a “la igualdad, la no
discriminación, el derecho a la independencia y a la autonomía, a la vida y la
dignidad en la vejez**.
José vivía solo. No tenía con
quien hablar más que con algún parroquiano de los que se acodan en los bares
con el trago de siempre. Había escapado muchas veces a esas residencias donde suelen dejar a
los ancianos cuando ya no tienen más remedio. Y por esa razón, por esa
resistencia, no tuvo más compañía. Pero era de esos tipos empeñados en no bajar
los brazos, de esos que le hacen frente a cuanto viento y marea se le cruce en
el camino. A la soledad, la discriminación
y la violencia. Las que sufría de tanto en tanto por ser un simple
viejo.
Maldonado, setiembre 2001.
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** la diaria. Página 5. 16 de junio de 2015.
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