Hogar de Ancianos Schiaffino. Montevideo, Uruguay. 2015
Libertad
estaba triste. Sus ojos brillaban. Ese día alcanzó a hablar con su hija. Le
dijo que iría a visitarla, pero nunca llegó. No es la primera vez que pasa.
Pero bueno, hay que seguir, dice ella.
A Olga
le sonó el teléfono. La hija le avisaba que llegó bien a su casa después de la visita. Olga se pone feliz por eso, pero hace tiempo se
pregunta cuándo Dios se va a acordar de ella, porque para qué vivir así, siendo
un estorbo. “Para mí la vida terminó”, dice.
Loreley
se quejaba. Que las rodillas, que le cuesta caminar. A pesar del andador, se
cansa. Los días pasan, insiste, con un chasquido y una levantadita de cejas.
Desde que está en el hogar, se enfrenta al espejo sólo para ver cómo quedó la
camisa, el saco, o si el rosario que cuelga de su cuello está derecho. Hace
tres años que no se detiene a observar la Loreley con arrugas y mañas y los
achaques de todo viejo. Cuando se ve en la foto, ésa que me pide que le
muestre, aprieta los labios y sonríe. Después un silencio. Ese
silencio en el que se percata que la foto es como el maldito espejo “Los años
pasan”, murmulla y otras vez el chasquido. “Los años pasan...”
El Hogar
Schiaffino está lleno de historia. Y de historias. Ancianos que ya no están,
que van y vienen, y los que vendrán. En 2015 residían cerca de cien en tres
sectores diferentes. En uno, son alrededor de treinta dependen de tres o cuatro
funcionarias para comer, cambiarse el pañal, bañarse, mirar televisión o caer
en la cama a la hora del sueño. Son sesenta, entre hombres y mujeres –aunque más
mujeres– los que trabajan en tres turnos y por dos vintenes.
El Hogar
Schiaffino, ubicado en Aires Puros, no cuenta con suficientes medios para su
mantenimiento. Algunas habitaciones están inhabilitadas. Pero fue declarado
patrimonio nacional por su valor arquitectónico, testigo de la belle époque
montevideana. Se inauguró en 1880. Por eso el Día del Patrimonio, de hace tres años,
tres integrantes de la Orquesta Clásica de Montevideo, le pusieron otro ritmo a
la mansión (que ocupa una manzana), con una viola, un chelo y un violín. Es el
único día al año que uno tiene para visitar un hogar de ancianos aunque allí no
tenga abuelo o bisabuelo. Es el único día al año que uno tiene para caer en la
cuenta que hay miles de ancianos, en decenas de hogares que viven aislados del
mundo y muchas veces en condiciones muy pobres. Y solos.
Las
melodía que a Libertad la hacen soñar, sonaron. A veces, muchos se
pierden entre sueños. Otros se encomiendan a Dios y le piden fuerzas.
Fotoreportaje
ganador del llamado a Sala 2018
Escuela Aquelarre
Inauguración viernes 12 de octubre 2018
Nota y
fotoreportaje en la diaria:
No hay comentarios:
Publicar un comentario