viernes, 12 de octubre de 2018

Los abuelos en Aquelarre

Hogar de Ancianos Schiaffino. Montevideo, Uruguay. 2015



Libertad estaba triste. Sus ojos brillaban. Ese día alcanzó a hablar con su hija. Le dijo que iría a visitarla, pero nunca llegó. No es la primera vez que pasa. Pero bueno, hay que seguir, dice ella.

A Olga le sonó el teléfono. La hija le avisaba que llegó bien a su casa después de la visita. Olga se pone feliz por eso, pero hace tiempo se pregunta cuándo Dios se va a acordar de ella, porque para qué vivir así, siendo un estorbo. “Para mí la vida terminó”, dice.

Loreley se quejaba. Que las rodillas, que le cuesta caminar. A pesar del andador, se cansa. Los días pasan, insiste, con un chasquido y una levantadita de cejas. Desde que está en el hogar, se enfrenta al espejo sólo para ver cómo quedó la camisa, el saco, o si el rosario que cuelga de su cuello está derecho. Hace tres años que no se detiene a observar la Loreley con arrugas y mañas y los achaques de todo viejo. Cuando se ve en la foto, ésa que me pide que le muestre, aprieta los labios y sonríe. Después un silencio. Ese silencio en el que se percata que la foto es como el maldito espejo “Los años pasan”, murmulla y otras vez el chasquido. “Los años pasan...”

El Hogar Schiaffino está lleno de historia. Y de historias. Ancianos que ya no están, que van y vienen, y los que vendrán. En 2015 residían cerca de cien en tres sectores diferentes. En uno, son alrededor de treinta dependen de tres o cuatro funcionarias para comer, cambiarse el pañal, bañarse, mirar televisión o caer en la cama a la hora del sueño. Son sesenta, entre hombres y mujeres –aunque más mujeres– los que trabajan en tres turnos y por dos vintenes.

El Hogar Schiaffino, ubicado en Aires Puros, no cuenta con suficientes medios para su mantenimiento. Algunas habitaciones están inhabilitadas. Pero fue declarado patrimonio nacional por su valor arquitectónico, testigo de la belle époque montevideana. Se inauguró en 1880. Por eso el Día del Patrimonio, de hace tres años, tres integrantes de la Orquesta Clásica de Montevideo, le pusieron otro ritmo a la mansión (que ocupa una manzana), con una viola, un chelo y un violín. Es el único día al año que uno tiene para visitar un hogar de ancianos aunque allí no tenga abuelo o bisabuelo. Es el único día al año que uno tiene para caer en la cuenta que hay miles de ancianos, en decenas de hogares que viven aislados del mundo y muchas veces en condiciones muy pobres. Y solos.

Las melodía que a Libertad la hacen soñar, sonaron. A veces, muchos se pierden entre sueños. Otros se encomiendan a Dios y le piden fuerzas.




Fotoreportaje ganador del llamado a Sala 2018 
Escuela Aquelarre

Inauguración  viernes 12 de octubre 2018



Nota y fotoreportaje en la diaria:




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