Sus pobaldores
El
sol arde con más fuerza. Las playas de Punta del Diablo, están espaciosas aún, las
primeras semanas de diciembre, en la que algún laburante montevideano,
fernandino o de más al norte, llega para zafar de los desmesurados precios de
pleno enero y el enjambre de porteños, brasileros, extranjeros y uruguayos en
plena adolescencia.
Tímidamente
los pobladores se prepararan para el boom.
Los almacenes y supermercados abren sus puertas, las vitrinas despiden añejos restos
de polvo y nuevas mercaderías le dan color. Los pizarrones cambian las letras y
los artesanos se reacomodan en las tablas. Hasta los perros parecen más
contentos.
Es
que andan todo el año, esperando el verano. Y cuando llega, todo se renueva como
despertando de un profundo sueño.
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