lunes, 26 de enero de 2015

Donde el Diablo perdió el poncho II

Sus pobaldores




El sol arde con más fuerza. Las playas de Punta del Diablo, están espaciosas aún, las primeras semanas de diciembre, en la que algún laburante montevideano, fernandino o de más al norte, llega para zafar de los desmesurados precios de pleno enero y el enjambre de porteños, brasileros, extranjeros y uruguayos en plena adolescencia.
Tímidamente los pobladores se prepararan para el boom. Los almacenes y supermercados abren sus puertas, las vitrinas despiden añejos restos de polvo y nuevas mercaderías le dan color. Los pizarrones cambian las letras y los artesanos se reacomodan en las tablas. Hasta los perros parecen más contentos.
Es que andan todo el año, esperando el verano. Y cuando llega, todo se renueva como despertando de un profundo sueño.




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