Es curioso entrar a una iglesia
y ver a una mujer con la sotana puesta, el cíngulo que agarra su cintura y esa banda larga y ancha, que
llaman estola, alrededor de su cuello. Son anglicanas con sus creencias, como
toda religión. A diferencia de los católicos, no reconocen la autoridad del
Papa de Roma, los obispos son quienes ordenen al clero y los pastores pueden
contraer matrimonio. Es que la fe sola
–esa que mueve montañas en cualquier creyente–justifica al hombre.
En nuestro país, en plena
Guerra Grande, había muchas familias inmigrantes, cristianos de tradición
anglicana alejados de la iglesia romana. Pensando en ellos se gestionó la
construcción del Templo Inglés –la primera iglesia no romana del Uruguay– que
finalmente se inauguró en 1845, más conocida en el ámbito como la Catedral de la Santísima Trinidad. Allí, ayer, decenas de
personas asistieron a la ordenación al presbiterado de tres mujeres, acto que en
esta religión, al parecer, ellas hacen más que los hombres.
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