miércoles, 27 de enero de 2016

Milonguita de verano

Magallanes 1064. Afuera, dos  pibas juegan al ajedrez en la vereda. Adentro, en una habitación no muy amplia de una casona vieja, decenas de parejas se hacen gancho (enganchando una pierna alrededor de la de su compañero) y caricias (movimientos sutiles con las piernas, los zapatos o los tacos sobre alguna parte del cuerpo), cabecean, giran, se frenan, un paso atrás, otro al costado, después que ellos acomodaron las manos en las cinturas de ellas y ellas lo hicieron en la espalda de ellos (y viceversa). Las manos, las que se sostienen y quedan en el aire y siguen la milonga, sudan. Las mentes se concentran. Los ojos persiguen los pasos que recorren el salón de punta a punta. No es fácil. La música los guía y Nazario también. Es el segundo martes que imparte un seminario intensivo de tango en Ánima, un espacio cultural en el corazón de Palermo presente hace cinco años, gestionado antes por unos veteranos. Ahora le pasaron la posta aun grupo de jóvenes con espíritu creativo y muchas ganas. Ganas de generar un espacio de interacción y sinergia. Por eso en febrero y marzo abrirán talleres para todos los gustos como danza contemporánea, tai chi, expresión corporal, teatro, serigrafía y, aunque estemos en la era digital, un laboratorio  fotográfico, y terapias de todo tipo: yoga, reiki, meditación con mandalas –dicen que las mandalas es una buena terapia–.

El tango para algunos es una excelente terapia*. Un desenchufe, una pasión. Una maravilla, expresó Cristina, una canosa que empezó a tanguear hace trece años. Lo empecé de vieja, me confesó a las risas apretándome la mano, después que arregló sus tacos con cinta pato para seguir con el baile. Y desde ahí no se pudo despegar. Como tantas parejas, anoche, con la milonga que arrancó después de las clases de Nazario –la Milonguita de verano, anunciaba el facebook– y trajo más gente, cuando los vinilos de orquestas de los 40’ dieron paso a Los Championes del 30 que tocaron en vivo e hicieron temblar (con guitarra, violín y bandoneón) en aquel espacio que quedó chico, donde las milongas y los tangos hacían gozar a cualquiera. 

Centro Cultural Ánima, ayer. Palermo, Montevideo.
Centro Cultural Ánima, ayer. Palermo, Montevideo.

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