Magallanes 1064. Afuera,
dos pibas juegan al ajedrez en la
vereda. Adentro, en una habitación no muy amplia de una casona vieja, decenas
de parejas se hacen gancho (enganchando una pierna alrededor de la de su
compañero) y caricias (movimientos sutiles con las piernas, los zapatos o los
tacos sobre alguna parte del cuerpo), cabecean, giran, se frenan, un paso
atrás, otro al costado, después que ellos acomodaron las manos en las cinturas
de ellas y ellas lo hicieron en la espalda de ellos (y viceversa). Las manos, las
que se sostienen y quedan en el aire y siguen la milonga, sudan. Las mentes se
concentran. Los ojos persiguen los pasos que recorren el salón de punta a punta.
No es fácil. La música los guía y Nazario también. Es el segundo martes que
imparte un seminario intensivo de tango en Ánima, un espacio cultural en el
corazón de Palermo presente hace cinco años, gestionado antes por unos veteranos.
Ahora le pasaron la posta aun grupo de jóvenes con espíritu creativo y muchas
ganas. Ganas de generar un espacio de interacción y sinergia. Por eso en
febrero y marzo abrirán talleres para todos los gustos como danza
contemporánea, tai chi, expresión corporal, teatro, serigrafía y, aunque
estemos en la era digital, un laboratorio
fotográfico, y terapias de todo tipo: yoga, reiki, meditación con
mandalas –dicen que las mandalas es una buena terapia–.
El tango para algunos es una
excelente terapia*. Un desenchufe, una pasión. Una maravilla, expresó Cristina,
una canosa que empezó a tanguear hace trece años. Lo empecé de vieja, me confesó
a las risas apretándome la mano, después que arregló sus tacos con cinta pato para
seguir con el baile. Y desde ahí no se pudo despegar. Como tantas parejas, anoche,
con la milonga que arrancó después de las clases de Nazario –la Milonguita de
verano, anunciaba el facebook– y trajo más gente, cuando los vinilos de orquestas
de los 40’ dieron paso a Los Championes del 30 que tocaron en vivo e hicieron
temblar (con guitarra, violín y bandoneón) en aquel espacio que quedó chico,
donde las milongas y los tangos hacían gozar a cualquiera.
Centro Cultural Ánima, ayer.
Palermo, Montevideo.
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Centro Cultural Ánima, ayer.
Palermo, Montevideo.
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