Aquella mañana estaba
algo nublada y fresca. Pero no perdida. La bandera amarilla alertaba el viento
considerable que revolvía las aguas y la imposibilidad de nadar, pero no las
zambullidas en las olas y las salpicadas de espuma. Era la del 3 de enero de
2012. Unos pocos adultos–referentes acompañaban a decenas de niños y jóvenes
del oeste de Montevideo a la playa Puntas de Sayago. Sonreían como nunca. Es
que algunos ni siquiera conocían el mar. Tampoco sabían nadar o no lo habían hecho en “aguas abiertas”, es
decir, en la inmensidad del mar. Por eso nació el programa Agua Pato organizado por varias instituciones gubernamentales y de
la sociedad civil, que dos años después llegó también a la playa Ramírez.
En 2009 se realizaron
encuestas en las escuelas de la zona buscando la voz de los niños y jóvenes. Es
que “hacer un proyecto en el que los niños no estén interesados no vale de nada
ni es viable”, me había explicado en aquella oportunidad Beatriz Viera de SOCAT.
Yo trabajaba de becaria de comunicación en el Municipio A. En la zona oeste no
hay piscinas, las más cercana es en Paso Molino, a donde no todos los niños y
las familias tienen acceso. Por eso, ellos mismos pidieron las clases de
natación en las olas, al aire libre, aquel viaje hacia el mar, una mañana fuera
de rutina con caminatas por la arena, juegos, castillos con piedras. Una
especie de recreo escolar en plenas vacaciones. Una oportunidad, además, de
conocer otros pibes, hacer amigos. Eso es lo que valoraron Iara y Katty en una
confesión tímida. Aprendieron a nadar y ahora, se sienten más seguras en el
agua. Pero la frutilla que adornó la torta vino después, cuando Viera soltó la
sorpresa: Que el programa, ese año, se cerraría con un campamento en Floresta
(Canelones). Los brazos de aquellos niños se extendieron como queriendo tocar
el cielo, las piernas saltaron y las sonrisas se hicieron gigantes. Y algunos
se abrazaban. Es que la gran mayoría conocía la Floresta de nombre nomás, pero
nunca había puesto un pie en la costa de oro. Todo una aventura.
Ayer, en el salón Dorado
de la Intendencia de Montevideo, se celebró el quinto aniversario de este
proyecto que brindó herramientas de educación y convivencia a decenas de niños
y jóvenes. Esa voz que se ignora, que dos por tres, se olvida que también tiene
derechos.
Fotos: Playa Puntas de
Sayago, Montevideo. Enero, 2012.
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