En esas horas en las que el
sol no da tregua, los tambores empiezan a sentirse tímidamente. Y todo comienza
a aprontarse para la gran fiesta. Las veredas y los patiecitos de las casas de
quienes viven sobre las calles Carlos Gardel o Isla de Flores y tienen su lugar
asegurado, se van ocupando de sillas, (hasta) sillones y reposeras playeras. En
las puertas varios carteles anuncian la entrada al baño, el agua caliente para
el mate, cigarros, refrescos, y aunque el calor haga sudar, las tortas fritas
(¡qué nunca falten!) especialmente para los extranjeros que aterrizan en
nuestras tierras para vivir el carnaval más largo del mundo. Con una buena
vista, desde los balcones alquilados, se enamoran. De las bailarinas, las
comparsas, el tronar de tambores, el ambiente que se respira. Pura algarabía.
Calle Isla de Flores, Barrio
Sur. Febrero, 2015.
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Calle Gardel, Barrio
Sur. Febrero, 2015.
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