miércoles, 27 de abril de 2016

Bandera roja

Tacheros en Ciudad Vieja, hoy.

Uno agrede. El otro denuncia. Un tire y afloje que se instaló cuando Uber anunció en noviembre del año pasado, que saldría a la calle a brindar un nuevo servicio de transporte a la sociedad. Con sólo una aplicación en el celular, uno llama (quién tiene un buen celular) y en tan sólo tres minutos, a veces cinco, un auto pasa a buscarlo por la dirección indicada. Los tacheros arden. Se les quita el trabajo, dicen. Pero no asumen que su servicio deja mucho que desear. Te pasean a su antojo por el camino más largo, demoran la marcha para agarrar cuánto semáforo se interpone durante el trayecto y así las fichas bajan, y no dan el brazo a torcer con las mamparas. Porque, dicen, dan más seguridad. Y a decir verdad, cualquier pibe les clava el 32 en la cien con tal de hacerse de unos pocos mangos por más mampara que los separa de los pasajeros que viajan detrás. No es la primera vez que los choferes de Uber denuncian agresiones por parte de los taxistas. Las persecuciones han sido varias, las agresiones también. Hoy los tacheros se manifestaron alrededor del juzgado de la calle Misiones a favor del taximetrista que, al parecer, violentó a un trabajador de Uber. La Gremial del Taxi pide a gritos que se regule la situación, pero el intendente Daniel Martínez asegura, según algunos medios, que no están dadas las condiciones legales para cortar la señal de Uber. Un tire y no afloje, a esta altura, cotidiano.

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