La inmensidad del mar delante
de sus ojos, el movimiento del barco, la ansiedad por cruzar la orilla, por
conocer una ciudad nueva, quizás, que a la vista se acercaba. Edificios altos,
una ruta que atravesaba por arriba de otra, barcos viejos anclados en el puerto.
No sé cuál de todas esas cosas la mantenían con una adrenalina o una excitación
típica de una nena que viaja por primera vez. Quizás todas esas cosas juntas. Quizás
para ella todo era nuevo, de puro descubrimiento. Y por eso le era imposible
dejar de sonreír.
Viaje a Buenos Aires,
Argentina. Abril, 2016.
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