“El progreso tecnológico no se
puede detener,
pero no por ello se nos puede escapar de las manos,
ni debemos
darnos por vencidos negligentemente”.
Giovanni
Sartori
(“Homo videns. La sociedad
teledirigida". Taurus. 1998)
Plaza del Entrevero, Montevideo.
Agosto, 2016.
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Los pibes y no tan pibes, los
chicos de 40, se empecinan en atrapar a Pokemon. Pasan horas “entreteniéndose”
con el nuevo juego que se bajan con una simple aplicación en los nuevos y
modernos celulares. Todo ahora funciona a través de aplicaciones. Hace unas
semanas el bichito fue hasta el notición del día en los informativos de
televisión, en las radios, en los diarios. Algunos padres, parece, hasta se
ponen contentísimos porque gracias a Pokemon, pueden disfrutar a sus hijos en
un parque, al aire libre, aunque el pequeño o bastante pelotudo –según la edad
que tenga– clave los ojos en la pantalla de su aparato y al papi no le dé ni la
hora, ni lo mire, ni le hable y apenas lo sienta respirar. Eso es lo que
algunos especialistas, confesaron y opinaron en el noticiero central –cuando le
dedicaron más de 15 minutos a la noticia– que esta aplicación y el bichito de
los años 90 que revivió y volvió a ser un boom, es “una gran revolución
cultural”. Yo diría que es una revolución sí, porque ya hasta jugar los pibes y
no tan pibes, los chicos de 40, dependen de los aparatos tecnológicos y el
celular último modelo que permita cuánta aplicación entretenga, pero en cuanto
a cultura, diría que estamos generando “una cultura de idiotas”, al decir de
Umberto Eco.
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