y veráz.
Alcanza una mueca, un gesto,
una mirada, una risita. Se conocen como su palma de la mano. Los conocí juntos.
Y hace años que están juntos. Años. Uno los mira y los admira por tanta
complicidad que tienen entre sí, por el amor que irradian. Y la felicidad con
la que viven. Son el roto y el descocido, esa alma gemela que uno tiene por ahí
y que cuando encuentra no suelta ni por jodete. Se identifica con ella. Y la
ama como nada en el mundo. Y de ese amor, nació Mateo. El reflejo perfecto: la
cara de ella, el cuerpo de él. Y el carácter de los dos. Los tres juntos, son
dinamita. Y yo los adoro.
Eloisa, Mateo y Gonzalo. Florida. Agosto, 2016.
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