“Imágenes
de imágenes
luz
filtrada y silencio”.
Circe
Maia
El
mar está más calmo ya a esa altura de la tarde. La tarde que empieza a hacerse
noche. Los pájaros ya no cantan tanto como al mediodía, como en las primeras
horas de la tarde. Las olas no rompen contra la orilla. Las gaviotas revolotean
menos. Casi nada. Nada. La brisa es suave, sutil, diminuta. Todo se aquieta. El
mar, las olas, la brisa, el viento. Hasta el aire. Ese aire que uno respira
estando afuera. En ese paraíso terrenal. Y en la línea fina del horizonte el
sol se esconde. La gente aplaude. En cada atardecer de verano, la gente hace
sonar las palmas. Y sí, los atardeceres son merecedores de aplausos. Dejan cielos multicolores. Y todo se aquieta. Hasta
el silencio. Y ya está. Uno siente que ya está. Después de ese espectáculo en
que el astro rey se esfuma entre la finísima línea entre el cielo y el mar, uno
siente que ya está. Que mañana será otro día. Que mañana será. Que mañana.
Mañana. Será. Y esos aires volverán. Esos aires. Esos aires.
Playa
Hermosa, Maldonado. Diciembre, 2016.
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