jueves, 5 de julio de 2018

Celeste, regalame un sol

David sigue con la camiseta bien puesta como tantos caniches y chiguaguas lo harán mañana. Y otra vez se pintan miles de rostros, las cabezas visten sombreros de espuma plast, decenas de uñas se esmaltan de blanco, amarillo y celeste, las bufandas abrigan los cuellos de Uruguay, en los locales se inflan nuevos globos, las oficinas cierran sus puertas o cambian de horario, la explanada de la intendencia se llena de charrúas que gritan hasta quedar sin voz, los boliches y las mozas no dan abasto, el pabellón viste las espaladas de miles, y balcones y vidrieras, en los parlantes suenan Jaime Roos y el Canario con “Uruguayos campeones de América y del mundo” o No te va a gustar con “Cielo de un solo color cielo que me sigue enamorando…”. Entonces miles de pieles se ponen de gallina, los corazones laten fuerte, los nervios revuelven estómagos y la impotencia y el temor nacen en algunos que opinan que la cosa sin el Eddi no es lo mismo. Pero la locura es bien celeste y “se renueva la ilusión”. La calle, los comercios, la gente, la ciudad, todo, se paraliza para ser más oriental que nunca. Y es que “hay algo que sigue vivo”, aunque Francia esté salado. Algo sigue vivo.



Montevideo. Junio, 2018. 



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