martes, 15 de diciembre de 2015

Viaje al Solís

A Marisa es difícil darle la edad. Es petisa, tímida. Para escuchar su voz hay que afinar bien el oído y parársele al ladito. No, no, nunca vine a Montevideo, me dijo con una sonrisa de oreja a oreja resaltando cuánta arruga se estampa en su rostro. Y en su manos. Esas que le marcó la vida de campo, de manos que trabajan la tierra. Jamás puso un pie en Montevideo. De la inmensidad del mar sabe poco. Le alcanzan los dedos de una mano para contar las veces que lo tuvo frente a sus ojos color café.  
Desde el tren saludaba hacia afuera, a los pobladores de la Villa 25 de Mayo (Florida) que desde la estación alzaban la palma deseando un buen viaje, un día feliz. Marisa parecía nerviosa, ansiosa. Sí, ansiosa. Cuando llegó al Solís apretaba los labios como si todo aquello –las butacas y el tapizado, las arañas del techo, el piso como un tablero de ajedrez, las puertas, las columnas, las escaleras brillosas, los palcos y hasta el flamante uniforme de los funcionarios– fuera un sueño. Y como ella, otros tantos: Niños, niñas, jóvenes, veteranos, no tan veteranos y ancianos. 700 personas viajaron a Montevideo, el 7 de noviembre, a conocer el principal escenario artístico de la capital, testigo de miles de espectáculos musicales y obras teatrales.
Muchos, como Marisa, lo hacían por primera vez. Otros años lo visitaron 9.500 personas de otras 124 localidades, del interior profundo, como parte del proyecto Un pueblo al Solís que se desarrolla desde el 2010 y se ha consolidado como una de las principales acciones de democratización, accesibilidad y disfrute de la cultura y las artes.

Recorrer las instalaciones del inmenso teatro fue apenas el principio de todo aquel periplo de horas de espera en la estación y del viaje por las vías, con animadores, payasos y música. Después se abrió el telón. El casamiento de Fígaro, representada por la Comedia Nacional, fue lo único que no quedó registrado en los cientos de celulares de los pobladores de 25 de Mayo o Isla Mala, como también le llaman al pueblo. Esa es otra historia.  








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