viernes, 4 de noviembre de 2016

Aquello que él no pensaba que fuera a ocurrir

Un disparate. Así consideró Leonardo Padura, el reconocimiento que lo declaró como Ciudadano Ilustre. “Jamás pensé que iba a estar sentado acá y mucho menos que iba a recibir semejante reconocimiento”, confesó. “Uno no escribe para ganar estos premios, sino para ser mejor escritor, pero quiero que sepan que éste es uno de los premios más importantes que he recibido y recibiré”.
Agradeció a las autoridades, ya todos los presentes, pero principalmente a quienes lo pararon en el hall del edificio, a la entrada, para hacerle saber que eran sus lectores. Es que sin ellos “esto no sería posible”. Tampoco pensó que se iba a quedar casi trancado en el ascensor de la Intendencia, rodeado de siete mujeres, dos de ellas con llos libros de él en mano, al subir al segundo piso del palacio, a la Sala de los Acuerdos, donde el intendente Daniel Martínez le entregó la medalla, previo a firmar autógrafos en decenas de sus libros que han sido traducido a 22 idiomas: Adiós, Hemingway, Aquello estaba deseando ocurrir, La cola de la serpiente, Pasado perfecto.

Aterrizó en Montevideo, esta ciudad que tanto se asemeja a Cuba, dijo, donde anoche [por el miércoles], en un boliche, los uruguayos se preguntaban por qué en la televisión había un partido de beisbol y no de fútbol. Es que Leonardo lo había pedido. El escritor cubano, que nació en 1955 en Mantilla, un barrio periférico de Cuba, recalcó, dará una charla hoy en la Biblioteca Nacional. Leer a Padura es pasear por las calles de ese país latinoamericano tan conquistador, algo que cualquier lector puede imaginarse de antemano, pero para él nada de aquello había pensado que iba a ocurrir.

Leonardo Padura, ayer, en la Intendencia de Montevideo. 


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