viernes, 27 de enero de 2017

Ellos

Ella esperaba. Meneaba la cabeza de un lado a otro. Más hacia su izquierda. Hacia la plaza Independencia desde donde saldrían todas las agrupaciones. Mujeres y hombres con trajes, vestidos para la ocasión, para la fiesta. Esa fiesta que se inaugura con el desfile por la avenida principal, y dura meses y es la más larga. Esa fiesta que se llama Carnaval. Maquillados hasta la médula y exhibiendo, algunos, sus cuerpos desde arriba de grandes carros hechos por muchas manos, acompañando el ritmo, las músicas, el candombe. Esa fiesta tan preparada y esperada por muchos, en la que mandan los tambores.

Él, estaba allí. Sin más que un cartón para apoyar su cuerpo flaco, moribundo. Ese cuerpo que sobrevive a los fríos irresistibles del invierno, al sol intolerante del verano, al hambre, a la falta de comida, a revolver la basura. A la nada. Dejando que la vida pase. Y quizás, esperando que alguien se acuerde de él. Aunque sea Dios. Para él nada es una fiesta. 

Av. 18 de Julio, en la noche del Desfile de Carnaval. Montevideo. Enero, 2017.

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