jueves, 29 de enero de 2015

Vos sí que sos compadrito

“… Aquel que solito 
entró al conventillo, 
echao a los ojos el 
funyi marrón; 
botín enterizo, 
el cuello con brillo, 
pidió una guitarra 
y pa'ella cantó...”



Carlos Gardel

San Telmo. Buenos Aires, 2012,

miércoles, 28 de enero de 2015

Vendaval

Las tormentas de verano tienen lo suyo.
Especialmente por el olor a arena mojada  
de la lluvia que se acerca e insinúa lentamente,
pero que cae con rabia cuando la primera gota, gorda y grande, lo toca a uno. Un encanto de la Madre Naturaleza.

Parada 35, Mansa. Punta del Este, Maldonado.

Parada 35, Mansa. Punta del Este, Maldonado.

martes, 27 de enero de 2015

El secreto mejor guardado







Uno, dos, tres, cuatro, cinco…… se hicieron cada vez más fuerte las voces… diecinueve, veinte, veintiuno… Entre 43 velas encendidas… cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres, gritaron delante de la inmensidad del mar. Cuatro meses pasaron. Nada se sabe aún de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, México. ¿Dónde carajo están? ¿Dónde?







* Fotos: Playa Ramírez , Parque Rodó.

lunes, 26 de enero de 2015

Donde el Diablo perdió el poncho II

Sus pobaldores




El sol arde con más fuerza. Las playas de Punta del Diablo, están espaciosas aún, las primeras semanas de diciembre, en la que algún laburante montevideano, fernandino o de más al norte, llega para zafar de los desmesurados precios de pleno enero y el enjambre de porteños, brasileros, extranjeros y uruguayos en plena adolescencia.
Tímidamente los pobladores se prepararan para el boom. Los almacenes y supermercados abren sus puertas, las vitrinas despiden añejos restos de polvo y nuevas mercaderías le dan color. Los pizarrones cambian las letras y los artesanos se reacomodan en las tablas. Hasta los perros parecen más contentos.
Es que andan todo el año, esperando el verano. Y cuando llega, todo se renueva como despertando de un profundo sueño.




viernes, 23 de enero de 2015

Con la cara pintada

Llegó Momo. Y el carnaval arrancó con el desfile por la principal avenida montevideana. Todo un apronte.
















miércoles, 21 de enero de 2015

Donde el Diablo perdió el poncho I

Punta del Diablo es, hoy, 
"una ventana oceánica sempiterna, 
una playa de aguas claras y arenas soleadas 
que sofrita al turista y cincela las arrugas 
lugareñas con ventiscas de sales marinas”. 

Guillermo Garat*


















*Revista lento. N°9. Diciembre, 2013. Pág.57.

lunes, 19 de enero de 2015

No son payasadas

Historias de vida I

7:30. Una llamada lo despierta. Cruza a la casa de su madre, de 81 años, que lo espera con el mate. Después, el apronte. Menea la cabeza, se pasa la mano sobre la frente empujando la melena hacia atrás, delatante del espejo que le devuelve unos ojos cansados y tristes. La mirada, perdida, se clava en sí misma. No todos los payasos se ríen siempre.
De un lado, Fidel Enrique González Páez. Aquel niño que esperaba la llegada del tren para saludarlo, escuchar el silbato y jugar sobre las vías de la estación Peñarol mientras los vagones se fugaban en aquel punto en el medio del horizonte, con la ilusión, quizás, que su madre volviera. Desde pequeño tuvo que, primero, andar desprendiéndose de sus padres que se pelaban constantemente, luego, acostumbrarse a la separación de ellos. Mientras hizo la primaria vivió con su “viejo”, con quien no tenía una buena relación. Así que un día le preparó las valijas y lo mandó con su madre a Argentina, a probar suerte. Trabajó en un circo, fue barman, mozo y hasta carnicero.
Del otro lado del espejo, desde que la primera línea de pintura le marca la cara, Pildorita: el payaso que nació en la esquina bonaerense de Lavalle y Florida, en tiempos de democracia. “Años gloriosos” si los hubo. Así, lo apodó un amigo, también artista. Y Pildorita subsistió, exitosamente tras sumergirse en libros de psicología que le enseñaron cómo relacionarse con los niños, lo que todo payaso debe saber. Y es que la pintura es “mi droga”, dice. Depende de su buen humor para conquistar a la gente –robarle una risita, un guiño, una mueca, un simple gesto–  y ganarse la vida.



Es miércoles. Por suerte, no llueve. Son las 10.45. De un 174 que viene de Melilla, descienden varios pasajeros en Tres Cruces. Su figura resalta: Viste un pantalón rojo con lunares negros y una remera que, en un círculo luce la foto de Federico, su hijo, debajo de una chaqueta azul a cuadritos. Un lunar rojo en la punta de la nariz y una sonrisa blanca con borde negro que le abarca hasta la mitad de las mejillas, sobresalen en su rostro. Lentes grandes “HD (high-definition)” y sin vidrio y un sombrero naranja fluo que, realza su cabellera de rulos gris, le dan un toque personal.
Emprendo el viaje con él. Primero un 180 a Cuidad Vieja. La mayoría de los montevideanos ya lo conocen. El guarda y el chofer le revelan complicidad con una sonrisa y un guiño, pero su presencia, incomoda a la mayoría de los pasajeros. Ni siquiera recibe la respuesta de su “buenos días”.
“Estamos en el horno”, mira al guarda, quien le devuelve una mueca de labios apretados. Muchos ojos se voltean hacia fuera, otros se inmovilizan en las letras que llevan en sus faldas o en los celulares, otros se cierran haciéndose los dormidos para zafar de aquella situación o se hacen los distraídos con los auriculares que les estallan los tímpanos.
Es difícil convivir y Pildorita lo tiene claro. “Yo entiendo que ustedes están con cara de colectivo chocado y están desesperados por el IRPF que les ha hecho recortar gastos como la televisión por cable”, intenta romper el hielo. “Ahora miramos Intrusos, Algo contigo, Verano perfecto…”, ironiza queriendo sacar sonrisas. Y de a poco, lo logra. Algunos festejan tímidamente, aplauden y sueltan algunas monedas. Él ya no se calienta. No tiene otra opción que la de acostumbrarse a (algunas) malas ondas.


18 de Julio y Gaboto: Un 121 con destino a Punta Carretas. Ahora dice que “vivimos en el mejor país del mundo” porque “tenemos un arroyo seco, un cerro chato, una calle que se llama Libertad”. Se sienten carcajadas. “¿Cómo se llama la escuela de vinos de Uruguay?”, pregunta. Un joven pide que le reafirme la pregunta y piensa. Pildorita se adelanta: “¡Tomás Berreta!”, grita. Y de nuevo carcajadas. “¿Y cómo se llama el fiscal del caso de Tania Ramírez?”. “[Carlos] Negro”, respondió un pasajero entre risas. “Ahí está, una cosa de locos”, responde el payaso. Los aplausos “son bravos de sacar”, me había dicho, pero salen casi espontáneamente.
Entre parada y parada recibe saludos, hace reír a niños e intercambia palabras con músicos. El payaso es el referente de los Artistas Callejeros Asociados (ACA) que hace tiempo reivindican sus derechos laborales. Les habla de una futura reunión con el PIT CNT y discuten. Un guitarrista que toca acordes sobre ruedas hace 10 años, está cansado de intentar formalizar ACA. Pero sin bajar los brazos, Pildorita insiste en afirmar la convicción de “artista” y lograr el respeto de la gente, no como esos que suben a los bondis con olor a vino en busca de la moneda fácil. Pildorita no pretende vivir en Punta Gorda, sólo luchar para que Federico, su hijo, no pase su misma historia “ni que ande en la calle”.
Andrés (otro artista), de gurí, tuvo que salir a vender estampitas en tiempos de crisis. La del 2002, aquella en la que para muchos comer era cuestión de suerte.



La primera vez que Pildorita probó en un ómnibus fue intercambiando dinero por chocolates, en un 156 con destino a Gruta de Lourdes. Un 17 de mayo. De 1996, recuerda como si el tiempo no se hubiera detenido. Hasta que se animó a mostrar sus cualidades humorísticas que le salen sin ensayo. Si hacen reír o no es otro tema.
Lilián es una de las que suelta carcajadas por su culpa, hasta agarrarse la barriga. “Yo los admiro –me dice– porque a mí no me daría el rostro para hacer lo que hacen. Es una lástima que el Estado no los apoye porque son verdaderamente artistas que la gente no sabe valorar”. Acaso, “no es mejor que suban a los ómnibus antes que salgan a robar”, cuestiona.
Andrés, hoy, con 29 años, reparte sus poemas en los ómnibus mientras el payaso contagia su chispa o al menos lo intenta. Entrega su tarjeta de "Pildorita Producciones" por si sale alguna fiesta, con su imagen mirándose al espejo, que revela los ojos penosos de Fidel Enrique González Páez, ante la frase, paradójicamente, "Llámame te vas a divertir". Y a una joven bonita que se la acepta le aclara: “Mirá que aparte de cumpleaños hago divorcios también”.





*Articulo relacionado: “De este a oeste, de sur a norte”. VMD

viernes, 16 de enero de 2015

Paisaje lunar

Lagomar. Diciembre, 2014.

Eran los primeros días de playa. Perplejos ante esa luna, detuvimos la vuelta. Y se nos hizo la noche.

miércoles, 14 de enero de 2015

Los pitucos

“…
mira
son los pitucos
nacen junto a la rambla
respiran el salitre
le hacen guiños al sol
se rascan el ombligo
duermen siestas feroces
besan con labios blandos
y en la rambla se mueren
y van al paraíso
y claro
el paraíso
es también una rambla
… ”


Mario Benedetti


Escollera Sarandí. Setiembre, 2014.

Escollera Sarandí. Setiembre, 2014.

lunes, 12 de enero de 2015

Amigos son los amigos

“Los jugadores actúan, con las piernas,
en una representación destinada a un público
de miles de millones de fervorosos que a ella
asisten, desde las tribunas o desde sus casas,
con el alma en vilo ¿Quién escribe la obra?
¿El director técnico?...”

Eduardo Galeano
(El fútbol a sol y sombra)






Suenan pitos y matracas, bombos y platillos. Comenzó la gran fiesta. Gorros y banderas salen a la venta y benefician a unos pocos. Reaparecen caras pintadas entre sonrisas. Las butacas se llenan nuevamente. Todo es color y alegría. Hoy, por primera vez en 2015, tricolores y aurinegros se enfrentan en el Estadio Centenario. Dicen que el partido es trascendente aún ante ausencias importantes en ambos equipos (en Nacional Iván Alonso y el Chino Recoba, y en Peñarol el Tony Pacheco y Diego Zalayeta), pero muchachos, es una copita Bandes, como pa’ darle color al verano. Así que tranquilos, que por eso los grandes se preparan para lo mejor que viene después. A no calentarse ni violentarse y disfrutar del espectáculo. Después de todo es eso: Un espectáculo, “con pocos protagonistas y muchos espectadores”, un espectáculo convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”. Que ruede la pelota y empiece el juego porque como decía Galeano en 1995 en su libro dedicado al fútbol, “su desarrollo sigue el rumbo del humor y de la habilidad de los actores y en definitiva, depende de la suerte, que sopla, como el viento, donde quiere”.









* Fotografías del último Clásico de 2014, el 9 de noviembre, en el Estadio Centenario.
** Entrada relacionada: virginiatestigo.blogspot.com/2014/11/grande-chino.html

sábado, 10 de enero de 2015

El tenor del jazz

"El jazz trata acerca de estar en el momento presente".

 Herbie Hancock
 (Pianista y compositor estadounidense)


Festival de Jazz, La Pataia. 2011.

Escribir y leer musicalmente lo aprendió casi en paralelo o antes aun que el castellano. Con apenas 5 años conocía un pentagrama, una corchea y el mundo del solfeo. Un niño prodigio. A los 10 años subía a escenarios y actuaba en público. A su mayoría de edad ya era considerado un virtuoso artista, un ejemplar de talla, y debutó con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Las habilidades las mamó de su padre, Tito D’Rivera, que mientras estudiaba tenía a su pequeño a su lado, en una sillita, imitándolo con un saxofoncito plástico. Él se llama Francisco de Jesús, pero es conocido como Paquito. Nació en la Habana, un 4 de junio. De 1948. Entre medio de guerrillas y revoluciones que azotaban a Cuba, Paquito se formaba como clarinetista y saxofonista. Con los años, se hizo compositor de música clásica y jazz. Recibió siete premios Grammy y un gran reconocimiento a su contribución a las artes y a su trayectoria profesional y humana en el mundo de la cultura, por parte de la Sociedad de Artistas de España. Hoy, es uno de los grandes músicos del jazz, un monstruo, y director del Festival Internacional de Jazz de La Pataia que el jueves pasado, comenzó su 19° edición en ese grande escenario punta-esteño rodeado de vacas, turistas y tanto verde. Un paraíso paisajístico y musical.
Después de esas sensaciones en que la piel se te pone de gallina, hasta temblás, uno de los pies se te empieza a mover sin que lo puedas controlar, chasqueás el pulgar con el dedo mayor, y sentís que frente a eso no podés hacer nada, sólo dejarte llevar, escuchando, por horas, las armonías jazzísticas, se siente que no hay nada mejor.  
Mañana, las melodías, interpretaciones e improvisaciones (que caracterizan el jazz) darán su final por este año en el Tambo El Sosiego, pero seguramente, seguirán su viaje a Norteamérica u otras partes del mundo. Y allá irá Paquito.  

Festival de Jazz, La Pataia. 2011.



**Entrada relacionada: "En Sintonía" (setiembre, 2014), reportaje de jazz.
http://virginiatestigo.blogspot.com/2014/09/en-sintonia.html