Se
había anunciado. La tarde se hizo noche.
Llevaba casi dos horas de página en página sintiendo llover con furia.
De golpe, no sé cómo ni por qué me entró una tristeza incomprensible. Me abrazó
la soledad y tuve ganas de llorar. Y presentí.
Aquella
tarde de junio presentí que esa soledad se transformaría en dolor. Y el tiempo
me dio la razón y la vida me sorprendió como nunca imaginé. Aquella tarde lo
presentí.
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