Por
qué esa manía de inculcar costumbres que nada tienen que ver con nuestros
orígenes, nuestra idiosincrasia, nuestra identidad. Desde hace unos años (en mi
niñez no existían estos hábitos festivos) los 31 de octubre, niños y no tan
niños recorren las calles, las casas y los centros comerciales con calabazas de
plástico suplicando caramelos, como si jamás comieran durante el año, y
asustando a la gente con caretas de Screem. Pero muchos se suman al festejo. Me
pregunto si es por trasmitir alegría o buena onda (eso no estaría tan mal
después de todo) o una estúpida necesidad de sentirse norteamericano. Y los
comerciantes aprovechan la volada para sacar provecho: de las vidrieras cuelgan
brujas, máscaras de todo tipo, tamaño y color, y más Screem para darle la razón
a los tontos caprichos del mercado capitalista que una vez más anuncia: ¡Viva
el consumismo!
Buuuu….
Buuuu....
No hay comentarios:
Publicar un comentario