En su
cédula figura como Álvaro Pérez García. Pero se hace llamar Apegé. Fue un
niño de campo, un adolescente buscavidas. Es un
ser sensible. Un monstruo de las crónicas y las enseñanzas. Un
compañero.
Máquina de escribirnos: Un
viaje, un hallazgo, a veces hecho catarsis. Un espacio cultural que intenta ser
literario, donde las mentes nos vuelan y las plumas nos siguen para encontramos
con lo más profundo de nuestro ser, nuestro otro yo y el mundo externo. El
responsable del exquisito delirio: Él.
"...Hay que
detenerse, pienso, en el cambio de las estaciones, en un libro. Hay que
encontrar un punto exacto, hay que dejar de apuntar y apuntarse. Detenerse como
cuando se busca el mundo en el dial de la radio, esa pequeña línea saturada de
voces y gritos, un intervalo en un
sonido que nos expulse de esta tierra y nos coloque en otra superficie, en otro
cuerpo..."
De Injuria
(su único libro, hasta
ahora)
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