“Frente a la pobreza, la poesía
como conjuro. Como asunción y anuncio de la falta. Maldice al nombrar el dolor,
desde la falla constitutiva de la lengua, y al condenar la injusticia,
consagración y fracaso de la cultura. Porque frente al ancho mar, cuando quiebra
en la playa, está la tragedia en inmensidad de América Latina. Su inmoralidad,
su desmesura y su belleza. Entonces maldice muerto por muerto, cultivando el arte de las grandes canciones
como murales. Creando una música profana y santa. Maldice todo lo cierto, y lo
falso con lo dudoso, porque aqueja un pesar. Y por los nombres imprescindibles
de esta tierra. Y por sus obras que nos redimen, Liliana Herrero,
inclaudicable, sutil, con voz quebrada, afónica, nos revela: yo los maldigo
llorando, yo los maldigo cantando”.
Ezequiel
Grimson
(del último disco de Liliana Herrero: Maldigo)
“Me preocupa. Dice Juan [Falú]
que todo me preocupa. Y es cierto”. Así, y entre risas, Liliana
Herrero rompió las tablas del escenario La Capilla. La voz femenina que sobresalió,
ayer, en la primera noche del 4to. Festival de la Tierra en el Parque
Jacksonville.
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