Y como quien no quiere la cosa,
se nos fue el primer mes del año. Y comenzó febrero, el mes que a todos queda
corto, aunque no lo parezca. El último casi para aprovechar la arena y el mar
(en las playas pasan muchas cosas), las tardecitas de calor en la rambla,
tragos de algún alcohol mediante, se me ocurre, pero cuánto más… El último sin
moñas ni túnicas ni corbatas liceales; el último mes del gobierno del Pepe y nuestro paisito en la boca del mundo entero (la popularidad
quedará en el recuerdo); las Cámaras toman color para recibir nuevos
senadores y diputados; las
diosas, la del mar (Iemanjá) y la de la Gruta de Lourdes, resucitan ante sus
fieles; en que el piano, el repique y el chico cobran protagonismo haciendo vibrar barrios enteros,
especialmente el Sur, y los tablados reviven ante las vociferantes murgas; y
San Valentín, para quienes creen, hace revivir al millón de tortolitos que se regalan
besos y flores como si sólo ése día pudieran hacerlo y, hasta sienten que el
amor es más fuerte porque el mito anglosajón lo ordena. "Así está el mundo, amigos", decía Jorge Traverso.
Rambla Ciudad Vieja. Montevideo. |
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