domingo, 1 de febrero de 2015

De Cupido y otras flechas

Y como quien no quiere la cosa, se nos fue el primer mes del año. Y comenzó febrero, el mes que a todos queda corto, aunque no lo parezca. El último casi para aprovechar la arena y el mar (en las playas pasan muchas cosas), las tardecitas de calor en la rambla, tragos de algún alcohol mediante, se me ocurre, pero cuánto más… El último sin moñas ni túnicas ni corbatas liceales; el último mes del gobierno del Pepe y nuestro paisito en la boca del mundo entero (la popularidad quedará en el recuerdo); las Cámaras toman color para recibir nuevos senadores y diputados; las diosas, la del mar (Iemanjá) y la de la Gruta de Lourdes, resucitan ante sus fieles; en que el piano, el repique y el chico cobran protagonismo haciendo vibrar barrios enteros, especialmente el Sur, y los tablados reviven ante las vociferantes murgas; y San Valentín, para quienes creen, hace revivir al millón de tortolitos que se regalan besos y flores como si sólo ése día pudieran hacerlo y, hasta sienten que el amor es más fuerte porque el mito anglosajón lo ordena. "Así está el mundo, amigos", decía Jorge Traverso.

Rambla Ciudad Vieja. Montevideo. 

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