viernes, 13 de febrero de 2015

El milagro

Historia de vida II

Pasaron muchos años. Diez, once. Lo buscaban pero no había caso. La panza de Mónica no crecía y los síntomas de embarazo brillaban por la ausencia. Carlos se ilusionaba en tener a su bebé en los brazos. Cierto día comenzaron los sangrados. Todo parecía estar bien, aseguraban los especialistas tras varios papanicolaou y miles de exámenes médicos. Sólo una fuerte anemia, le dijeron. Sin embargo, nada. Ni un mareo, ni un dolor de cabeza y las energías de siempre. El desasosiego era cada vez mayor. Los sangrados también. Duraron lo suficiente como para aumentar la preocupación y el malestar que cualquier mujer conoce en esas circunstancias. Luego se fueron haciendo esporádicos hasta que, por fin, desaparecieron. Pero tras nuevas consultas, a esa altura ella algo más tranquila, apareció una lesión y un nuevo y definitivo diagnóstico: Cáncer de útero. Se le vino “el mundo abajo”. Mónica no sabía qué carajo hacer. Tan sólo dejó su vida en las manos del Señor. “Que sea lo que Dios quiera”, se repetía una y otra vez entre rezos, mientras el desasosiego se convertía en angustia, dolor e impotencia. Entre lágrimas imaginaba (y hasta planificaba) una nueva y larga etapa en su vida de quimioterapias y sufrimiento.
En esas idas y vueltas, tras más exámenes y el transcurso de los meses, una biopsia delató el milagro y el test dio positivo. Las lágrimas volvieron, esta vez de alegría, a pesar de las emociones que seguían encontradas. ¿Cómo iba a evolucionar ese bebé con el tumor adentro? Maica nació, sin problemas. El 20 de marzo de 2011. Y Mónica se quedo sin útero.

La Gruta de Lourdes es un cúmulo de fieles que oran, prenden velas, rezan y alaban la misa de Cotugno. Maica dibuja en una libreta que en la contratapa lleva la imagen de un santo. “Es Cristo”, me dice señalándolo, mientras su mamá recuerda una tarde soleada e inolvidable en la que ella y Carlos caminaban por su barrio con Maica en el cochecito que emitía sonidos queriendo empezar a hablar. Las inmensas raíces de un árbol que habían abarcado buena parte de la vereda, los obligó a bajar al asfalto en el mismísimo instante que alcanzaron a ver un joven en el aire despedido de un ciclomotor que venía hacia ellos. “Las famosas picadas de motos”, asegura. El grito de Mónica, tras el estruendoso sonido del vehículo, y el apuro de agarrar a Maica hizo que su cartera volara también. Cuestión de segundos, no más. Pero “gracias a Dios” fue tan solo un susto, recuerda, ahora, entre risas, la multitud de gente que se acercó cuando ya la moto yacía contra el cordón de la vereda. Y en esas, un muchacho se acercó y le preguntó: “¿Esto es suyo, señora?”. El rosario que Mónica llevaba en la cartera, colgaba de entre los rayos de la rueda. Y secándose el lagrimón que le provoca el recuerdo, para ella, el milagro, me aclara que Maica en hebreo significa “la que camina al lado de Dios”.


Celebración de la Vírgen de Lourdes, en la Gruta de Lourdes. 
Montevideo, 11 de febrero de 2015. 



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