El sol ardía. Estaba en lo alto
aún cuando la gente se acomodaba en sus sillas. Algunos postigones avisaban
donde encontrar el agua para el mate, las tortas fritas y los balcones para
divisar mejor. Todo una fiesta. La típica y tan esperada por muchos que año a
año hace vibrar las paredes y los corazones de quienes lo llevan en el alma (tamborileros,
gramilleros, mamas viejas, escobilleros, bailarinas y todos aquellos que trabajan para que cada comparsa luzca brillante). Y los niños gastaron espumas y
tiraron papelitos, al compás del tamboril.
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