Lucía y Florencia esperaban por
el espectáculo de Liliana Herrero y Ana Prada en la Sala Zitarrosa, el domingo
pasado. Para matar el tiempo cruzaron a
la plaza del Entrevero. Se contagiaron de ver tantas parejas bailar. Y salieron
a intercambiar unos pasos. Pero les cortaron el bambo. “Acá no queremos ni
tortas ni maricones”, les dijeron, y las expulsaron. Hoy, una semana después, decenas
y decenas de personas tanguearon en repudio de aquel acto de discriminación. “El dueño del circo debe estar re contento”, soltó una señora entre risas, tango
va, tango viene y milonguitas.
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