El inicio parecía patético.
Pero a Brian [Lozano] se le abrió el arco. A los 10 minutos del primer
tiempo la clavó en el ángulo. Le pegó como endemoniado, y el mexicano de la
punta de la barrera se durmió. Si hubiera cabeceado la bola se iba afuera y la
historia, seguramente, hubiera sido más larga. Pero bastó ese gol. Los pibes de
las sub 22 se llevaron la medalla, la de oro, la soñada de los Juegos
Panamericanos en Toronto, Canadá. Como en 1983, en Caracas, Venezuela.
Aunque apenas un par de
aplausos y sonrisas cuando Brian hizo temblar la red y algún que otro nervio de
unos pocos espectadores (teniendo en cuenta lo amplio del boliche) cuando los
aztecas atacaban al Guille De Amores que la gastó. La calle como un domingo
cualquiera. Sin más festejo que un par de veteranos petrificados en la vereda, alguno
que otro que pasaba, paraba y ojeaban la gran pantalla. Igual, ¡Uruguay Campeón,
nomá!
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