jueves, 30 de julio de 2015

Visitante

Restaurante del Mercado del Puerto. Ciudad Vieja, Marzo 2011.

Los tambores suenan. Les dan la bienvenida a miles de turistas que desembarcan de inmensos cruceros. El barrio histórico los recibe de brazos abiertos. Artesanos, vendedores ambulantes, caricaturistas y músicos aprovechan la bolada para sacar provecho. Hasta el lustra botas saca sus buenos vintenes. Y los zombies que deambulan con tanta pasta base encima. Las peatonales Yacaré, Pérez Castellano y (parte de) Piedras seducen a los extranjeros con tanta historia en sus adoquines. Se cruzan y se encuentran en la fuente de agua que recorre el mundo: Es una de las fotos típicas del recuerdo montevideano, de la Ciudad Vieja. Los puestos de frutas y verduras, también son registrados por gringos, brasileños, tanos, franchutes, y cuanto europeo despega en estos suelos de antiguas batallas orientales. Los verduleros también. Todo es observado con admiración en el país del Pepe Mujica. Esta señora –coreana, japonesa, china- lo mismo da (todos son casi lo mismo) se hipnotiza frente a una pareja que demuestra cuán uruguayo es el tango. Es un sábado de verano. Pasado el mediodía. Cuando el Mercado del Puerto se desbunda y los visitantes hacen cola esperando una mesa mientras los del barrio los miramos desde afuera porque nuestros bolsillos no están capacitados para saborear esas parrillas, que bien conocemos. Salvo los compatriotas de la otra punta de la ciudad, los de la zona costera.  Mientras, borocotó borocotó chá chá retumban los tambores.

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