Una mujer toca el violín. Otra
el violonechelo. Muchos niños, niñas y adultos escuchan, observan. Un
francecito está compenetrado en el libro que acaba de descubrir. Ése que le
muestra el mundo de los dinosaurios en otra dimensión. Como si fueran reales.
Parecen de verdad, le dice a su madre que le contesta algo que no entiendo y sonríe
sólo de verlo sentado en el piso con muecas de incredibilidad.
En un panel, a la entrada del
hall de la Intendencia, papelitos de varios colores, le dan voz a los niños.
Decenas de puños infantiles completan –en letras imprentas, casi todas
mayúsculas– la frase: “Un libro es…”. Los niños hablan, se expresan. Melina dice
que un libro es la vida de una persona. Cami expresa que es un sueño hecho
realidad –como el libro 3D que hipnotizó al francecito, se me ocurre–. Entre corazones
y caritas, alguien sin nombre, escribe una definición más clásica: “El libro es
una manera de expresarnos con palabras e ilustraciones”, “una gran fuente de conocimiento”,
dice otro, “un pasaje de imaginación”. Es increíble, pienso, saber qué significa
para los niños un libro en estos tiempos en que todo, absolutamente casi todo,
funciona por internet. Otros (y otras) sin
firma dicen que un libro es “lo mejor para un niño”. Alguien da a conocer que
un libro es un mundo nuevo ante sus ojos. Es increíble, pienso.
Otro expresa que un libro es un
placer. Los libros te dan colores, escribe una niña, calculo por la caligrafía;
expresa tus ideas, se estampa en un papel naranja. Es increíble, pienso. Un varón (esa letra es de un varón) dice que un libro es una televisión dentro de su cerebro.
Río. Mis ojos se pierden entre tantos papelitos (para leerlos todos hay que
disponer de al menos media hora). Y sigo. Más abajo en el panel largo y
vertical, leo algunas definiciones que me parten la cabeza: “Un libro es vida, nos
enseña a vivir, es un compañero”. Un libro, dice un niño(a) “es volar sin alas”,
dice una adolescente (esa letra es de una adolescente). Un libro “es un viaje
emocionante, un amigo, es una aventura y un beso. Un beso, repito para mis
adentros y quedo estampada en ese papelito rosado. Otro, de color verde, deja en un trazo negro la frase “un libro te da libertad”. ¿Increíble,
no? Los niños son increíbles.
16ª.
Feria del Libro Infantil y Juvenil en la Intendencia de Montevideo. Mayo, 2016.
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