El Facal, Montevideo. Junio,
2016.
18 de Julio y Yí. Por ahí iba
la marcha. La que desarrollaron decenas de adultos mayores el miércoles, en el Día
Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez. En la esquina, en
el Bar Facal, una pareja bailaba tango. Irma se apoyó en la baranda y observó.
Como Gardel. Pero ella apretando los labios. Abandonó la marcha por un instante.
Es que el tango le puede. Por eso, tampoco titubeó en robarle a la bella dama
el galán para bailar un tanguito, una milonga. 86 años tengo, me gritó con el
índice cuando vio que apunté con la cámara, mientras el bailarín la hacía girar.
86 años, repitió. Después apuró el pazo para alcanzar la marcha que aún no había
llegado a destino. Te espero el domingo en Joven Tango me dijo, en pleno
discurso que una veterana como ella proclamaba por la protección de los derechos
de los adultos mayores. Siempre bailé, siempre, levantó el índice devuelta mientras
los ojos le brillaron. Es que el tango le puede.
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